¿Y la reforma anti bullying cuándo?

Written by | Opinión

AMICUS CURIAE

Rubén Alvarez Escobar

Recientemente me encontré en las redes sociales con un mensaje que decía (palabras más, palabras menos) que “debemos enseñar a los niños a defenderse en vez de atacar el bullying”, porque los niños “así son”.

Lo anterior me parece, en parte, erróneo. Estoy de acuerdo con que es necesario preparar a los niños para enfrentarse a un mundo donde pueden llegar a toparse con situaciones en las que tengan que defenderse, sin embargo, me parece que esto no excluye la posibilidad de tomar medidas para prevenir e inhibir el bullying.

Si aceptamos no hacer nada frente al bullying y simplemente dejar que las cosas sigan su curso “natural”, entonces nos estamos resignando ante él, es decir, estaríamos ante una institucionalización de facto de su admisibilidad.

Ahora bien, no estoy ni remotamente sugiriendo criminalizar a los niños que cometen actos de bullying contra otros niños, deseo ser muy claro sobre este punto porque no es hacia allí a donde quiero llegar con mi argumentación.

Tanto en la Constitución Mexicana como en tratados internacionales, por ejemplo en la Convención de los Derechos del Niño, se reconocen diferentes derechos y obligaciones que apoyan la idea de que el Estado debe actuar en contra del bullying. Pues éste ha demostrado ser un enorme obstáculo para el desarrollo de los niños, así como un medio de subsistencia transgeneracional de pensamientos y prácticas de discriminación y de violencia.

Obligadamente el análisis de este tema nos lleva a preguntarnos ¿por qué los niños “son así”?, ¿por qué hay niños que atentan en contra de la integridad física y mental de otros niños?

Una de las causas de lo anterior, me parece, es en definitiva la educación recibida en casa, así como el trato recibido en ésta. ¿Sería ingenuo pensar que detrás de un niño problemático hay padres violentos, hogares disfuncionales, o dinámicas familiares de transmisión de odio y de mensajes discriminatorios? Creo que no, que no es nada ingenuo pensarlo.

Estamos pues ante un posible curso de acción. Criar a un niño es una responsabilidad que debe tomarse más en serio. ¿Es correcto permitir que los padres transmitan mensajes de odio a un ser humano que no cuenta aún con el criterio suficiente para distinguir entre lo bueno y lo malo? Por supuesto que no.

Los niños son como esponjas, aprenden e imitan lo que viven en casa y lo que se les enseña. Mi propuesta en concreto es concientizar y sancionar a aquellos que promueven la violencia y que se toman a la ligera la tarea de formar futuros ciudadanos.

 

Last modified: 23 enero, 2014