La historia de un mexicano

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Octavio Paz, a 100 años

Corría el año de 1914 y el 31 de marzo en Mixcoac,  un pueblo cercano a la ciudad de México, cuando nació un niño llamado Octavio. Mexicano, poeta, ensayista y diplomático, la figura de Octavio Paz ha estado desde siempre rodeada por un halo de mucho interés. Definido como “hombre de su siglo” por el historiador Enrique Krauze, pocas cosas pueden decirse del único premio Nobel mexicano que no se sepan ya. Fue criado por su madre, su tía y su abuelo −también escritor− quien era simpatizante del gobierno de Porfirio Díaz. En contraste, su padre lo era de Emiliano Zapata y apoyaba fuertemente la Revolución Mexicana. Desde niño pudo notarse el poder de atracción que las letras tenían sobre él, ya que empezó a escribir poesía en la infancia y más adelante, en la adolescencia, sus primeros ensayos, a la vez que funda una revista llamada Barandal a la edad de 17 años.

 

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Pasado el tiempo, el escritor describiría su juventud en la ciudad de México como “avidez plural: la vida y los libros, la calle y la celda, los bares y la soledad entre la multitud de los cines. Descubríamos a la ciudad, al sexo, al alcohol, a la amistad.” Paz tuvo una parte de su formación académica en los Estados Unidos, pero se formó en la Universidad Nacional Autónoma de México. En 1935, en una fiesta celebrada en la Facultad de Letras de esta misma universidad, conoce y baila con  una muchacha estudiante de Teatro y Literatura,  conocida como Elena Garro, quien dos años después se convertiría en su primera esposa y madre de su hija Laura Helena.

“Dime cómo mueres y te diré quién eres”

Sus actividades como diplomático lo llevaron a lugares como Francia en 1945, poco después fue transferido a la embajada en India,  hecho que lo sorprendió. Sin embargo, poco después, Paz describiría su experiencia en la India como «una educación sentimental, artística y espiritual».

Paz cobró verdadera importancia en el país después de la publicación de El Laberinto de la Soledad, una compilación de ensayos que lo hicieron reconocible internacionalmente. De temática reflexiva, esta obra marca su completa madurez prosística. Sus obras venideras se componen de poesía, ensayos y críticas.  En 1990 es reconocido con el Premio Nobel de Literatura, convirtiéndose en el primer y único mexicano merecedor de este galardón. Ocho años después de ganar el Nobel, Paz muere en  Coyoacán, en la ciudad de México víctima de cáncer.

“Se disipa el instante. Sin moverme, yo me quedo y me voy: soy una pausa.”

El polémico Octavio Paz

Gabriel Wolfson Reyes es coordinador de la licenciatura en Literatura. La Catarina lo entrevistó con el propósito de conocer a profundidad a Octavio Paz.

Catarina: Paz es una figura polémica, ¿cierto?

Wolfson: Es polémico porque él quiso serlo: casi toda su vida le interesó discutir y pelear. Algo que me parece un muy buen rasgo. Además, esa vida transcurría en una época en la que en México se consolidó la imagen del intelectual: alguien que desde su trinchera participa en las discusiones públicas, y que tiene la obligación de hacerlo.

Y luego es polémico porque en el entusiasmo por ser un intelectual se hizo una figura muy pesada. Pesada en todos sentidos: con mucho peso en la voz y sus decisiones; y pesada por, vamos a decir, “regañona”. El peso de su figura pública, mucho más que el de su escritura, lo hace justamente un personaje muy polémico. Ya no en el sentido que él discutiera, sino que parece que nos fuerza a discutir sobre él, sobre lo que hizo, etcétera.

C: ¿Crees que haya sido más una figura pública que un escritor?

W: No. Creo que fue las dos cosas muy bien al mismo tiempo, con mucha eficacia.

C: ¿Quiénes no lo querían?

W: Muchísima gente. En los años treinta los dirigentes del partido comunista.

En los cincuenta lo quería todo mundo: México, los escritores e intelectuales. Hay testimonios en donde dicen que para ellos, leer la poesía de Octavio Paz fue tremendo: José de la Colina, Gabriel Zaid, y José Emilio Pacheco −quien pidió que lo enterraran con un ejemplar de Piedra de sol­−. Tiene que ver con la edad que tenían ellos, Paz era un poco mayor. Pero incluso Alfonso Reyes lo quería. Fue una época de afecto recibido.

En los sesenta lo va a dejar de querer el gobierno de Díaz Ordaz por renunciar a la embajada de la India.

En los setenta ya va a generar animadversiones y odios, cuando se pelea con Monsiváis a finales de la década; cuando Jorge Aguilar Mora escribe un libro demoledor y muy crítico sobre la noción del mito en Octavio Paz; cuando se pelea con Carlos Fuentes y cuando se da esa famosa manifestación de apoyo a los sandinistas que terminan en la embajada estadounidense, donde queman una figura de Octavio Paz diciendo que es un aliado de Ronald Reagan y cosas así.  Son los momentos de mayor odio, lo que viene después es animadversión en algunos sectores, pero Paz ya es viejo; gana el premio Nobel, está enfermo e incluso La Jornada lo toma con más calma, sin odio visceral.

C: ¿Por qué renunció a la embajada en la India?

W: Por el 2 de octubre de 1968. Venía siguiendo los acontecimientos, recibía la información del gobierno, pero además leía prensa y le escribían amigos.

C: ¿Paz era de izquierda?

W: Abandonó la izquierda hasta entrados los años setenta. Lo cual, para alguien que nació en 1914 y murió en el 98 no es precisamente pronto. Pero desde antes fue tomando distancia de ciertas posiciones dogmáticas. Apenas, un amigo y yo platicábamos, ¿a quién habría votado Paz en el 2006 si hubiera vivido? Creo que era fácil pensar que no hubiera votado por el PRI, no me cuesta trabajo pensar que hubiera votado por López Obrador, porque en Paz había una veta antimoderna muy utópica: su núcleo político era el zapatismo. En los setenta asumirá la posición del liberal. Pero no dejará nunca de fantasear con el socialismo utópico; en serio, utopías sociosexuales, románticas y poco ilustradas.

C: ¿Crees que sus proyectos alternos los haya llevado bien?

W: Nos puede caer muy gorda, o no, la revista Vuelta, pero hizo grandes publicaciones. Creo que su mejor revista fue Plural, porque fue una muy audaz dentro de cierta idea de la literatura y fue la mejor también porque Paz no estaba tan seguro de sus nuevas ideas políticas: responde a un momento de duda, confrontación y discusión. En Vuelta ya tiene una posición definida.

El departamento de Letras, Humanidades e Historia del Arte está preparando una serie de pláticas que se impartirán en noviembre para dar un homenaje crítico a Octavio Paz.

Laura Uribe

laura.uribecz@udlap.mx

Jennifer Mc Namara

jennifer.mcnamarags@udlap.mx

Last modified: 25 marzo, 2014