Una breve reflexión sobre el matrimonio

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Genderland

Hace algunas semanas en una columna de opinión una compañera mencionó a las MMC (Mientras Me Caso) y me quedé pensando que, más allá de ser un estereotipo nada interesante que se aplica entre estudiantes de la universidad, vale la pena reflexionar sobre la institución del matrimonio.

Durante siglos se han desarrollado diferentes formas de relacionarse con otros individuos o grupos, una de estas formas es a través del regalo y qué mejor manera de asegurar una relación que regalando un ser humano. Es a través del intercambio de una mujer (y en algunos casos una dote) que se relacionan dos familias, lo cual evita que una familia se relacione entre sí y asegura el sistema económico vigente (las nuevas parejas trabajan y tienen hijos que básicamente son pretrabajadores). Ahora bien, durante la mayor parte de su existencia, esta institución ha sido heteronormativa, lo cual quiere decir que sólo se admiten parejas de sexos opuestos; sin embargo con el paso de los años y gracias a la lucha de activistas alrededor del tema ahora es legal casarse con una persona del mismo sexo en algunos países. Cabría preguntarse si esto es realmente mero interés por los derechos humanos o si se está dando una especie de heteronormalización de las parejas homosexuales. Sé que suena extraño, pero finalmente este tipo de parejas se está integrando a un sistema que requiere que tengan ciertas características y, ya que el ser de sexos opuestos no es un impedimento para relacionarse, se les pide cumplan con otros requerimientos para poder integrarlos y que continúen asegurando la existencia del sistema. Asimismo, sería pertinente pensar si hay otras formas de relacionarse con el otro que sean más interesantes o productivas a nivel personal y, si las hay, por qué insistir en el matrimonio y cuáles serían las consecuencias de cambiar la forma en la que nos relacionamos.

Nury Nada Más

Nuria.rubinmo@udlap.mx

Last modified: 12 marzo, 2014