Lleno, vacío, trans

Written by | Opinión

GENDERLAND                                         

Hace unas semanas conocí a una mujer que se quería someter a la operación de cambio de sexo; siendo la primera mujer que conozco que desea someterse a ese proceso la curiosidad me invadió y tenía muchas preguntas que hacerle. Paciente, me respondió cada una de mis interrogantes y terminó por decirme que la palabra transexual se le hacía inadecuada para definirlo una vez que se sometiera a la operación; él va a ser un hombre, va a cubrir los estándares que tenemos impuestos para ese género, va a lucir como un hombre, va a actuar como un hombre… el problema va a ser lo que Luce Irigaray describe en su libro Ese sexo que no es uno.

En su libro, Irigaray propone el sexo femenino como un líquido, como un no-uno, un vacío, una falta; el asunto es simple: a las mujeres nos hace falta un pene. Podemos hacer la conexión de Irigaray con la comunidad transexual al momento de hablar con sus miembros; por una parte las mujeres (que antes eran hombres) te dicen estar llenas, evidentemente no se refieren a un estado espiritual o emocional sino a un procedimiento, a una operación, rellenan su pecho, sus glúteos… se llenan pues. Por  otra parte los hombres (que antes eran mujeres) se vacían, hablando con uno de ellos contaba “yo tengo un bache en el pecho” (bache=vacío) y al momento de pasar a la operación genital todo se vuelve más complicado, falta carne, falta piel, no son uno, siguen la condición líquida de su género, el incompleto, el no-uno. Aun cuando siguen los estándares, aun cuando llenan la norma y reafirman (en ocasiones) los estereotipos, no son más que un trans, algo indefinido, intermedio del sexo. La última pregunta que me lanzó este individuo me dejó pensando en las diferentes representaciones que  encarnamos a los largo de nuestras vidas: “¿Qué no todos somos trans en algún momento?”

Nury Nada Más

Nuri.rubinmo@udlap.mx

Last modified: 1 abril, 2014