Los becarios: voces anónimas

Written by | Opinión

Cafeína para despertar

En un principio, quise unirme a La Catarina para ser una portavoz de todos ustedes. En verdad creo en el poder de las palabras, de las opiniones, de las experiencias, creo en el impacto que pueden causar las ideas y  en la responsabilidad que tenemos como jóvenes de compartirlas. Dependiendo de qué tanto estemos comprometidos con el cambio, podemos realizarlo. Escribir aquí es mi forma de protesta, la manera que yo encontré para cambiar las cosas. Por esa razón he decidido compartirles la opinión de distintos alumnos que entrevisté y que como muchos otros, tienen algo valioso que decir con respecto a los mitos y realidades del servicio becario en la UDLAP.

Con la intención de hacer esto lo más imparcial posible, traté de contactar al Jefe de Becas y la persona encargada de sorteo mediante el Departamento de Comunicación Social (como me lo indicaron), para entrevistarlos y obtener –por así decirlo- la versión “oficial”. Nadie, nunca respondió a mis tres mails. Las opiniones giraban en torno a tres aspectos: las horas de beca requisitorias, la venta de boletos de sorteo y el propio sentido del servicio becario.

Empecemos por las horas: las personas que tienen 40 por ciento de beca tienen que cumplir con 140 horas al semestre, si tienen 50 por ciento entonces serán 180, si logran el 60 por ciento son 200 horas, y los que tienen el 70 por ciento realizan 240 horas al semestre de servicio becario. Eso es un rango de entre siete y 15 horas por semana durante 16 semanas por el tiempo que dure tu beca, ¿haciendo qué?  Algunas opiniones sonaban conformes, apoyando en un proyecto de investigación; otras –no tan conformes como las primeras- respondieron que trabajaban en Sorteo, y las voces más inconformes variaron: “mi jefe de beca me pone a limpiar las ventanas”, “a mí me mandaba diario por su desayuno y siempre llegaba tarde a clase”, “yo no tenía tiempo de nada” entre muchas otras. Las inconformidades iban desde que 30 boletos son cada año más difíciles de vender y muchas veces son las propias familias quienes los compran, hasta roces con su Jefe de beca, favoritismos, y la amenaza de no firmar las horas del estudiante. Yo les pregunté si se quejaron alguna vez, la respuesta cuasi unánime fue: no.

Mi intención es que utilicen los mecanismos que están a su alcance y se quejen, que cuenten sus inconformidades, que pregunten y se informen, que cuestionen,  lean su carta de lineamientos del Servicio Becario, tómenle foto y conozcan lo que firman.  Cambien las cosas.

María Fernanda Soria Cruz

maria.soriacs@udlap.mx

Last modified: 1 abril, 2014