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La conciencia de que tenemos una responsabilidad con nuestro entorno ha tomado un auge tal que ahora parece ser la nueva estrategia de mercado. Que si el papel es reciclado, que un porcentaje –cuan ínfimo pueda ser– de una botella de agua sea hecha con material reciclado y que hasta las bolsas del súper sean ecológicas, no es casualidad.
Pero ¿qué tanto de esta responsabilidad es verdaderamente engendrada por una conciencia y un interés real en ser partícipes en las causas de interés social? Para algunos sobra y basta tener una materia en la universidad dedicada exclusivamente a este tema y jamás vuelven a él. Para otros el derretimiento de los polos o el hambre en sitios impronunciables en los valles más intrincados del país se vuelven problemas decisivos en su vida y dedican buena parte de ella a encontrar la solución (o a preocupar a otros por la inminente hecatombe).
Para otros la conciencia social está presente hasta dentro, en el fondo de su alma, y sale ocasionalmente (por lo regular con la imperiosa necesidad de correr 5 o 10 kilómetros) para inmiscuirse en una campaña más.
¿Llegará el momento en que esto deje de ser un lastre más en la consciencia? o seguiremos separando la basura a regañadientes para ver que en muchas ocasiones da igual.
A usted, ¿Le da igual?
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Last modified: 23 abril, 2014