LOS MENSAJES DE LOS 12 DIOSES DEL OLIMPO

En la antigua Grecia existía una creencia: en la cima del Monte Olimpo –el más alto de Atenas- vivían los 12 Dioses del Panteón. Desde donde controlaban los cuatro elementos y la vida de los mortales. Zeus, Hera, Poseidón, Dionisio, Apolo, Artemisa, Hermes, Atenea, Ares, Afrodita, Hefesto y Deméter. Dentro de la mitología antigua se le atribuyen a estos dioses la voluntad de los hombres, sus triunfos y también sus derrotas. La vida, la muerte, la tragedia y la felicidad era obra y castigo divino. Se creía que éstos acompañaban a los hombres en su camino, que la soledad no era absoluta y que al no poder bajar a la tierra y aconsejarnos, ponían en nuestra vida a aquellos que tuvieran algo que enseñar y algo que aprender de nosotros. Al final de nuestro paso por la tierra habríamos conocido a 12 mortales con mensajes divinos, cada uno de ellos mandado por un dios distinto.

Siguiendo con esta lógica, los humanos debíamos recibir 12 lecciones sobre: la justicia, la lealtad, la valentía, la bondad, la humildad, el perdón, el trabajo, la empatía, la paciencia, el conocimiento, la derrota y el amor.¿De quiénes has recibido un mensaje, cuánto has aprendido?

Los mitos siempre me han llamado la atención por la incertidumbre que representan, me gusta pensar que en todo existe algo de verdad.Y si me lo permiten, por esta vez, quisiera dedicar mi columna a 12 personas distintas de las que he recibido un mensaje, a 12 mortales que me hacen saber que griegos o no, algo más grande, desde lejos me cuida. De 12 seres humanos -a los que veo cada martes de 20:00 a 22:00 hrs en el “Olimpo” de la UDLAP coloquialmente llamado Biblioteca, he aprendido más de lo que puedo decir en 350 palabras: de Rubén la justicia, de Pita la bondad, de Pou la valentía, de Toño la humildad, y de mis gigantes tercer-semestrinos la grandeza, la paciencia, el trabajo, la lealtad, el conocimiento, la empatía. De todos ellos aprendí del amor y todos juntos aprendimos de la derrota.

Gracias infinitas por tanto… y a mis lectores les pregunto ¿de qué mensaje son ustedes portadores?