Todos para uno y…¿uno para todos?

Written by | Canasta con Huevos, Opinión

canasta-01

En medio de un crispado y ya casi anecdótico contexto michoacano, el mexicano común observa cómo, ficha por ficha, el efecto dominó arrasa con todos. En Michoacán la penumbra no sólo incumbe al ejército o a la policía federal. Tampoco concierne únicamente a los cárteles más importantes que ahí predican, pareciera ser, su evangelio.

Y el evangelio según La Tuta, hoy dice tener hartos seguidores.

Personajes inverosímiles y manchados de corrupción como es el caso de Uriel Chávez Mendoza, presidente municipal de Apatzingán, Michoacán; Jesús Reyna García, exgobernador interino del mismo estado; o incluso la alcaldesa del municipio michoacano, Huetamo, Dalia Santana Pineda, forman parte de los 146 funcionarios que, según el diario michoacano Provincia, han sido detenidos o sujetos a delito por directísimos nexos con el narcotráfico -casi como “quien no quiere la cosa”-.

Uno creería que la corrupción es sólo narco y polaca, que las fronteras no rebasan a estos, que otras profesiones están ajenas al lodazal. Y en temas de corrupción, sin duda, el huevo lo puso el político antes que la delincuencia organizada –y qué pinches huevotes sigue empollando…-.

Pero cuando se ve implicado en esas porquerías un corresponsal de Televisa, la degradación social y la falta de respeto hacia una ciudadanía mexicana que padece la enfermedad más grande que puede llegar a presentar una comunidad –el respeto infinito, vehemente y pasional, hacia lo que se dice en los medios de comunicación, casi como verdad absoluta-, todo parece una tomada de pelo.

No culpo ni relaciono a la cadena más importante del país. Hablo de un caso en concreto, y el caso, en este caso –valga la redundancia- es la reunión que tuvieron Eliseo Caballero, despachado ya por la televisora, y José Luis Díaz Pérez, director de la agencia Esquema, con La Tuta. Un diálogo que expone y desnuda al sector periodístico, quien se supone, como dice la académica y politóloga, Denise Dresser, citando al intelectual estadounidense, Walter Lippmann, tiene la importante tarea de avergonzar al diablo y no de solaparlo. En la charla videograbada hubo de todo menos acorralamientos.

Si quien carga con la honra de la libre expresión como estandarte para combatir abusos diabólicos también se encuentra buceando en la mierda, la labor del comunicador lapea, inclusive, la desfachatez de políticos involucrados.

 

 

WILLY budib H.

guillermo.budibhe@udlap.mx

Last modified: 3 octubre, 2014