Written by 
Hay un claro y absurdo intento por querer sanar el descontento social que permea alrededor de los 43 normalistas desaparecidos. El intento por calmar aguas y apaciguar disturbios parece llegar desde el Olimpo –alias Los Pinos–. Nunca antes el gobierno copetudista había resentido tanto una crisis como la que hoy se le presenta.
De ahí que, en tiempos de tempestad, la estrategia se note obvia: intentar, cueste lo que cueste, desviar la atención del meollo –la incapacidad en materia de seguridad de los ejes de acción del Ejecutivo federal aunada al accionar de corruptas prácticas políticas– y arrojar, mediáticamente, otros hechos noticiosos con singular jiribilla. Una vez más el manejo de medios como método distractor, a través de la imposición de noticias, parece ser el punto de partida del mandato de Enrique Peña Nieto. El sesgo informático se presenta con nuevas propuestas:
Acción 1. Todos contra el gobernador con licencia de Guerrero, Ángel Aguirre –pos total, es perredista, y a la administración tricolor eso le conviene–. Acto seguido, Aguirre dice adiós y la solución, hasta ahora, no llega.
Acción 2. A buscar fotos de políticos enemigos que perviertan las miradas hacia otros lados. Y qué mejor que el Peje para protagonizar escándalos. Publican sus imágenes con José Luis Abarca, el exedil prófugo por su vínculo con la desaparición de los escolares, y la atención vuelve a olvidar el principal foco rojo. Pero no por mucho tiempo.
Acción 3. Hacer que tanto los partidos como la sociedad y las organizaciones civiles se conviertan en juez y parte de lo ocurrido en Iguala. Que el pex no les sea ajeno y que, a través de pactos que los involucren – ¡cómo le chiflan los dichosos pactos al actual priísmo!–, la carga no solo le pese al gobierno en turno. Un acuerdo de seguridad para que nadie –ni empresarios ni ambulantes, ni dirigentes nacionales ni municipios– se mantenga al margen de lo que es mera tarea de la administración. Lo que aparece como principal punto de interés en la agenda peñanietista es grave. Evidenciar la nula transparencia a través de decisiones que parchan las heridas del país, mediante sesgos y dudosas operaciones informativas, acribilla aún más la labor política. El Estado está más preocupado de salvar su pellejo que de salvar a México.
WILLY BUDIB H.
Last modified: 10 noviembre, 2014
