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Juntos compartimos una misma interrogante, tan poderosa, invisible y traicionera que nos aterra y nos fascina a la vez ¿qué carajos es la felicidad?, ¿a qué sabe?, ¿qué forma tiene?, ¿cuánto dura?, ¿cuánto cuesta? y ¿dónde vive? Nos pasamos la vida tratando de encontrarla, mientras se nos va el tiempo queriendo entenderla y cumpliendo expectativas ajenas, comportándonos según nuestro género y nuestra sociedad, suponiendo que así, algún día, llegará un paquete a nuestra puerta y tendrá por contenido a la felicidad como recompensa a todo lo sufrido, como si el sufrimiento fuera el precio que tuviéramos que pagar.
De pronto, nos encontramos haciendo cosas y pasando tiempo con personas que no queremos, cumpliendo con responsabilidades que nos asfixian, estudiando algo que no nos llena, trabajando en algo que detestamos y convirtiéndonos en eso que prometimos nunca ser. Mi papá siempre me ha dicho: por la felicidad uno pelea, todos los días, todo el tiempo, se necesita valentía y uno la hace a la medida. A veces necesitamos detenernos, mirarnos desde afuera y arriesgarnos a cambiar, a vivir según nuestras convicciones por poco comunes que sean. La felicidad no llega sola y lo más peligroso sería sentarnos a esperar.
Ingenuamente llegamos a creer que la felicidad es un molde en donde hay que encajar, una forma estipulada de existencia, una preferencia sexual “normal”, una familia, vacaciones en la playa, una nana, una cuenta de banco, dos perros y misa los domingos. Nos dirigimos a esa vida en picada y sin frenos, porque así es, porque “es lo correcto” ¿eso es lo que somos?, ¿eso queremos?, ¿eso nos hará felices? Hoy los invito a ser sinceros con ustedes mismos, a perderle el miedo a ser feliz, a reinventarse si es necesario y a defender quiénes son porque importa. Abandonar, renunciar, fracasar, deshacer, podrían ser el primer paso para aprender que la felicidad se prueba en todo lo que se come, que viene en todos los tamaños, que dura toda la vida, que tiene un valor, no un precio y que vive en el momento en que nos atrevemos a tomar una decisión.
MARÍA FERNANDA SORIA C.
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Last modified: 10 noviembre, 2014
