Un Intruso en la Familia: 2nda Parte

Written by | Lado Alterno

LAS AMAS QUE SÍ AMAN

En México, 1.3 millones de los hogares contratan empleadas domésticas, cantidad que representa el 5.1 por ciento de las familias en el país. Llegar a una nueva casa representa un reto. Y sólo cuando culmine la estancia se podrá hacer un balance contextual. Para que el trato sea favorable, claro, se necesita la fortuna de llegar a una casa seleccionada entre un millón. Para no ser una “Lety” más, la residencia de la señora Mercedes Sainz es la mejor opción. Ama de casa desde que tenía 26 años, chaparrita, hiperactiva y simpática; Meche platica sin parar.  —En mi casa las empleadas domésticas son parte de la familia. De hecho hay una que lleva 20 años conmigo, desde que me casé. Tiene seguro social desde hace cinco años porque nos lo pidió y con razón se lo dimos. Mientras numera los beneficios que se les da, desde comer lo que se cocina para todos hasta recibir cualquier tipo de préstamo que necesiten, Mercedes llama a Guadalupe, quien lleva la batuta de las dos décadas con ella: “Lupe es la mano derecha de mi casa. Mi casa funciona por Lupe”, detalla. Entonces, Guadalupe llega apresurada y con los ojos muy abiertos. —¿Qué tal soy de patrona Lupe? ¿Verdad que soy poca madre? La ayuda de Lupe es un deber que Mercedes reconoce, sin verlo como un favor: “Debe ser pesadísimo porque es ¡Lupe!… para esto, para el agua, para la tintorería, para el electricista, para el SKY para todo. Y claro, como crió a mis dos niños, no sabes la confianza de estos. Le dicen que les pase el control cuando el control lo tienen junto. Lupe merece el cielo”. Lupe se levanta a las seis de la mañana, entre ocho y ocho y media aprovecha la paz hogareña para dormir una siesta y termina su jornada hasta que el reloj marca las nueve. Lupe es Zeus: prodigiosa y omnipresente. Es evidente que Mercedes es un caso diminuto en el pestilente archivero donde sobresalen las amas de casa que maltratan a sus empleadas. Es evidente que los útiles y las cuotas que Meche le paga al hijo de Lupe no es una práctica común en la señoras. Es evidente que un préstamo que terminó siendo un regalo para que Lupe remodelara su baño y se comprara un refrigerador no es una acción de todos los días. Meche es la Súper Patrona y luchará, en lo que se pueda, por combatir, desde una pequeña trinchera, las anomalías que observa en casa de sus amistades. En sus visitas a tomar café o a jugar canasta, lo que ve en muchas de sus amigas son tratos tremen-dos con las trabajadoras. Conocidas que ni siquiera les dan de comer. Que les gritan para todo con un evidente sentimiento de superioridad. Que no les dan ni sábanas para dormir y les piden que ellas traigan las suyas. Que incluso las manejan como esclavas sin salidas los fines de semana y que, si tienen necesidad de salir a comprarse un champú o unas chanclas, les será negado el permiso. Mercedes no puede entender esas situaciones porque su propósito es mejorar las condiciones de quien la rodea, no entorpecerlas. El pequeño grano de arena que esta Seño aporta es tan gigantesco que, con los tres años que le pagó a Lupe para que estudiara y aprendiera computación, a leer y a escribir, su empleada doméstica desde hace 20 años podría, fácilmente, leer estas líneas que hablan de su vida…una vida a préstamo en la casa de la familia Sainz.

ÉRASE UNA VEZ UNA MUCHACHA…

La ruta del camión 67 también lleva los sueños y las necesidades de Felipa Hernández Velázquez. Mientras aguarda su destino, pensará que su primer empleo solucionará sus problemas de dinero. Con apenas dieciséis años, su vida en San Agustín Tlaxco (Acajete, Puebla) no tendrá para escoger entre seguir estudiando o probar suerte como doméstica. —De Bartola, mi hermana mayor, que fue la que me consiguió el trabajo, porque ella está de muchacha desde hace harto, pos oigo cosas increíbles de su trabajo y a mi sí se me antoja conocer si eso que me cuentan es cierto. Cosas increíbles como las grandes casonas donde habitan los mexicanos ricos. Cosas maravillosas como las grandes comidas que organizan entre familias y demás invitados. Cosas sorprendentes como los platillos que en ellas se cocinan y las compras que las amas de casa “sin ser su cumpleaños ni nada, sólo por haber salido a las tiendas o de viaje, bajan del coche cargando”, imagina Feli. No sabrá que, para mirar la vida de esa manera, dejándose sorprender por un mundo ajeno al suyo, suplicará tener una patrona condescendiente y educada. Una jefa que le abra los ojos más que cerrárselos a regañadientes. Una ama de casa como Mercedes Sainz, que lleve por lema: “Como patrona soy de poca madre, maravillosa…son mis amigas y las trato con cariño”.

Willy Budib

guillermo.budibhe@udlap.mx

Last modified: 27 abril, 2015