La mano disecada

Written by | Story Teller

Después de la conciencia más fantástica, dolorosa, prometedora y enérgicamente dominante en el ser humano (dícese del amor) sólo existe otra medianamente mesurable con aquella: La conciencia del miedo. Esta terrible sensación acarrea su magia en la mescolanza de pensamientos, tirites y palpitaciones tan graves que ocultan tras de sí la latencia de un desquicio absoluto, acompañado de gestos frígidos y quejidos que son además contagiosos. Cabe aquí, sin embargo, enfatizar una contradicción donosa, pues aunque muchas personas prefieran mantenerse del lado seguro, alejados de toda situación que les evoque sensaciones temerosas, hay quienes incluso buscan verse inmersos en circunstancias que les impriman una adrenalina de terror en lo más profundo del pecho. Con todo, es preciso tener en mente que ciertas veces bien podría ser nuestra búsqueda de aventuras una osadía contraproducente que logre meternos en problemas fuera de nuestro control y de las que sea dificultoso poder escapar… Todo esto bien suena a una recomendación fantasiosa, como también es cierto que algunos relatos de la literatura y de leyendas urbanas se basan en hecho tan palmarios como lo es el papel que leen ahora mismo.

El joven Pierre B. es un estudiante de derecho absurdamente impelido a hacerse de una escalofriante reliquia sin aparente motivo más alto que la sola curiosidad. Muy prontamente confirmará que la aparente simpatía que le provoca su recién adquisición es una trampa insalvable. Este clásico cuento de Guy de Maupassant constituye uno de los primeros esfuerzos por acercarnos al mundo de lo arcano, y del peligro que implica jugar con los muertos. Así, acallar la mente a media noche resultará un reto digno para las mentes creativas que disfrutan imaginar la descripción más detallada y que añoran presentir una emoción similar a la del infortunado Pierre B.

MARCO ÁRCEGA C.

marco.arcegaca@udlap.mx

Last modified: 27 octubre, 2015