LA ENFERMEDAD NUNCA ES LA CURA

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El abuso es una constante en las relaciones sentimentales en nuestros días. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 30% de las mujeres ha recibido abuso psicológico o físico por parte de su pareja, el maltrato es de esas cosas que nunca piensas que puedan pasarte, hasta que te pasan.

Aunque no sea físico, puede llegar a lastimar de igual manera que un golpe. ¿Qué pasa cuando nos encontramos a nosotros mismos formando parte de una estadística como esta? Pasamos a ser un número, una cifra más, al igual que otras miles de personas que sufren lo mismo. Al principio no puedes creerlo, te niegas a aceptar lo que todo el mundo, familia, amigos y hasta gente que no te conoce ve y, por alguna extraña razón, tú no puedes –o no quieres– verlo.

La Universidad de Extremadura, en España, publicó un artículo llamado “Estudio del maltrato psicológico en las relaciones de pareja en jóvenes universitarios”, en el que enumeran los elementos para que exista “abuso” en una relación: desvalorización, hostilidad, indiferencia, intimidación, imposición de conductas, culpabilización y bondad aparente. No es necesario que todos los elementos estén presentes, basta uno solo para que una relación se torne enfermiza.

Lo peor del maltrato es que todo el mundo alrededor se da cuenta de que existe, menos el maltratado. Cuando el abuso es psicológico no deja huellas visibles como los moretones, lo que hace creer que aparentemente todo está “bien”. Tratamos de convencernos de que es así e ignoramos todas y cada una de las señales de alerta. Es muy fácil confundir amor con dependencia, lo peor viene cuando empezamos a confundir nuestro amor propio con tolerancia. Se dicen muchas cosas: Hablar te ayuda, ve al psicólogo, etcétera. He estado en ambos lados (en la parte afectada y espectadora) y puedo a rmar que es muy difícil que la víctima se dé cuenta de que es una víctima, hasta que llega un “wake up call” muy grande y choca con la realidad (hablo por mi experiencia y la de otras personas que conozco) la parte más difícil siempre es cuando la venda se cae.

Es aun más fácil perderte a ti mismo en este proceso, pero hay que saber cuándo despertar y estar muy, muy conscientes de que la enfermedad NUNCA puede ser también la cura.

Laura Uribe Cruz

laura.uribecz@udlap.mx

Last modified: 4 noviembre, 2015