Los amorosos; cartas a Chepita

Written by | Story Teller

Escribir un poema: tomar un trozo de tinta con mente ilusionada y sobre líquido papel besar ideas ciertas, quedas, de sentimientos. Pero escribir una carta es todavía más, porque en ella no es necesario ajustarse a rimas ni a ritmos; no se trata aquí de explicar más sentires con menos frases, sino de hablar lo entero con la delicia del detalle, con la palabra honesta como el mirar perdido de una consciencia enamorada. Y sin dudas pienso que una carta puede requerir más esfuerzo, porque hablar sin metáforas con la simpleza de la lengua cotidiana implica explorarse a uno mismo, obliga a quien escribe conocerse bien a fondo para, partiendo de ahí, retomar en palabra lo exacto, preciso e indicado. Una oración que acaricia tanto al redactor como al lector es mil veces mejor que el poema mejor rimado.

El poema además se generaliza, se escribe para que el mundo lo revise; pero la carta es exclusiva, la carta es entrega pura, es un secreto entre dos cuerpos, es una convulsión entre ambas mentes que se miran, se extrañan, se sueñan.

Sin embargo, en esta obra indirecta y póstuma, Jaime Sabines demuestra una faceta desconocida para sus lecto- res de poesía. Antes de convertirse en la gura literaria que fue, tuvo una novia, Chepita. Ella en la Ciudad de México, él en Chiapas y la angustiosa lejanía que no da tregua ni en las horas quietas de la somnolienta madrugada. Es durante este insomnio que Sabines le escribe sin mayor remedio, hallando así una forma no sólo de contactar a su querida sino también de salvar la soledad que es estar huérfano de amor. En esta primera etapa literaria, es fácil identi car que antes de hacer poesía, Sabines era ya un poeta, y antes de eso, un hombre.

MARCO ÁRCEGA CORONA

marco.arcegaca@udlap.mx

Last modified: 4 noviembre, 2015

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