El Retablo de las Maravillas

Written by | Ágora

Engañosas maravillas y maravillosos engaños, estudiantes debutan en teatro UDLAP.

Es habitual que cuando los alumnos de la licenciatura en Teatro se presentan en la Sala de Artes Escénicas, las entradas terminen agotadas.  Entrar es misión imposible al menos que se cuente con una acreditación que Difusión Cultural tan amablemente concede a este medio.  Esta vez, El Retablo de las Maravillas no fue la excepción.  Segundos antes de que comenzara la obra el personal de difusión cultural cruzaba la abarrotada Sala de Artes Escénicas haciendo los últimos ajustes.  Finalmente, los altavoces de la Sala anunciaron la tercera llamada.  La Sala se quedó en penumbra y, con su regreso, las luces iluminan la España en tiempos de Cervantes, autor de esta pieza teatral.

Un grupo de embusteros hace su aparición en el escenario.  Este grupo, que con su simpatía hace reír sin cesar al público, tiene un plan maestro entre manos: la creación de un retablo cuya esplendoriosidad haga aparecer magníficas visiones a quien se arrodille ante él.  No obstante, solo aquellos que sean de sangre pura serán capaces de contemplar las maravillas del retablo.  Hemos de recordar que eran tiempos algo complejos en España puesto que, a raíz del movimiento de reconquista, probar la no descendencia de los moriscos era prioridad entre la sociedad.

Su blanco será el gobernador del lugar al cual acaban de llegar.  Tras charlas y enredos que constantemente hacen reír al público, los embusteros finalmente logran que el gobernador les haga el encargo del dichoso retablo.  Transcurrido un cierto tiempo, ha llegado la hora de presentar el retablo.  El gobernador ha congregado en su palacio a una corte ansiosa por contemplar el místico retablo.

Del retablo emergen todo tipo de criaturas y fenómenos, las cuales sacuden tanto al público como a los invitados a la cena del gobernador.  El gobernador mismo, a pesar de no ser capaz de ver las opulentas y milagrosas manifestaciones que aparecen frente al retablo, se conforma con lo que escucha de los demás.  Aparentemente, seguir la corriente parece ser más seguro que decir la verdad.

Toda esta ola de conmociones y asombro termina cuando el Furrier entra en escena.  Este personaje no sabe que el no ver nada en el retablo se debe a la impureza de su sangre.  Lo que si sabe es que requiere de la ayuda del gobernador y que su espada es muy filosa.  Irritado ante la arrogancia del gobernador y su séquito sobre las cosas que supuestamente aparecen en el retablo, decide poner fin a tanto alboroto haciendo uso de su espada.

La audiencia disfrutó del espectáculo durante el cual rió a boca suelta.  Los alumnos de la licenciatura en Teatro, que eran principalmente de primer y segundo semestre, no solamente nos hicieron pasar un buen rato.  Además, nos hicieron reflexionar sobre nuestro conformismo al momento de que, con tal de no salir de la norma, la veracidad pasa a ser algo secundario.

Así fue como concluyó el evento inaugural de las celebraciones de los cuatrocientos años de la obra de Shakespeare y Cervantes.  No obstante, como ese mismo día resultó ser el cumpleaños del Rector, el elenco de la obra no dejó pasar la oportunidad de cantarle las mañanitas y partir el pastel.

Rubén Peláez Castellanos

ruben.pelaezcs@udlap.mx

Fotografías de: Rubén Peláez Castellanosa

 

Last modified: 6 abril, 2016