El silencio del privilegiado

Written by | Oídos Sordos, Opinión

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“Es que ya por todo se ofenden. No se puede decir nada” declaró un amigo mío hace unos días. Eran las tres de la madrugada y, cómo suele suceder a esas horas, la conversación había terminado en una discusión sobre sexismo, racismo y homofobia. Sí, todos los temas que nadie quiere tocar en una reunión familiar.

¿Es verdad que nos hemos vuelto una sociedad hipersensible? Honestamente, creo que no. Creo que todos estamos, al contrario, horriblemente desensibilizados ante la discriminación casual. Escuchamos y decimos cosas como “no pegues como niña”, “no seas marica” o “no seas indio”, sin darnos cuenta de que estamos diciéndole a todos esos grupos que quienes son está intrínsecamente mal. Ser niña es malo. Ser gay es malo. Ser indígena es malo. Lo decimos y no nos damos cuenta, protegidos por nuestro propio privilegio, del efecto de nuestras palabras. Hasta que alguien nos lo hace ver.

Mi amigo, siendo un hombre blanco heterosexual, nunca ha tenido que enfrentarse que la gente lo trate de manera despectiva simplemente por ser quien es. No le ha tocado escuchar cosas así desde que era un niño pequeño. No le ha tocado temer por su seguridad en un lugar público. Incluso yo, que he experimentado una cara de esta moneda al ser mujer, tengo que reconocer que he tenido una vida mucho más privilegiada que otras personas a mi alrededor.

Este privilegio no nos hace malas personas, pero tampoco debe ser una excusa para cerrar los ojos a la realidad. Al contrario, quienes gozamos de una posición privilegiada tenemos la responsabilidad de usarla para dar voz a quienes nadie más escucha.

Ninguno de nosotros elige el contexto social o el privilegio con el que nacemos, pero podemos elegir qué hacer con él. Podemos elegir escuchar, disculparnos y aprender, en lugar de sentirnos atacados cuando alguien nos corrige. Podemos reconocer que nuestras experiencias, contrario a lo que la sociedad nos ha dicho, no siempre son las más importantes. Podemos elegir dejar de repetir las actitudes tóxicas que la sociedad nos ha enseñado y en su lugar actuar de manera consciente para mejorar la situación de todos y todas.

No es sencillo. Implica estar constantemente aprendiendo y reeducándonos para mejorar en problemas de los que ni siquiera nos habíamos percatado. Implica no quedarnos callados cuando alguien más hace un comentario ignorante, porque de nada sirve aprender si no intentamos hacer una diferencia. Implica ser paciente con quienes reproducen estas actitudes y reconocer que muchos lo hacen de manera inconsciente.

Habrá gente que no quiera renunciar a su privilegio, que vea lo que la sociedad le ha regalado por ser quién es y no vea la necesidad de dar los mismos derechos a los demás. Siempre habrá gente cómoda en su privilegio, convencida de que si un problema no les afecta no es su problema, pero elijo creer que ellos son la minoría, que la gente puede aprender y cambiar. El primer paso es no quedarnos callados.

 

 

Sofía Marlasca Couoh

sofia.marlascach@udlap.mx

@sofmarla

Last modified: 29 septiembre, 2016