Todos perdemos

Written by | Oídos Sordos, Opinión

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Es difícil no hablar sobre temas de género cuando alguien como Donald Trump está en el ojo público. Aunque ese no sea el enfoque principal de este espacio, en sus últimas ediciones me ha sido imposible alejarme del tema, porque es algo que me afecta de manera personal. Sin embargo, el día de hoy no quiero enfocarme en cómo lastiman a las mujeres los comentarios de Donald Trump—después de todo, dudo mucho que existan opiniones polarizadas respecto a lo horribles que son—. No, hoy quiero que hablemos de cómo la gente como él lastima a los hombres.

Cuando Donald Trump califica sus comentarios sobre asaltar sexualmente a mujeres como locker-room talk —como conversaciones que simplemente se dan entre hombres en privado— lo que está diciendo de verdad va mucho más allá. Está diciendo que todos los hombres son así. Está diciendo que, en privado, todos hablan de aquella manera sobre las mujeres. Que todos las ven así. Que es normal.

¿No están hartos de ser calificados de esta manera? ¿De que se hable de ustedes como si tuviesen un instinto sexual insaciable que no son capaces de controlar, como si fuesen todos depredadores, como si todos quisieran constantemente “agarrarse a golpes”, como si no tuviesen inteligencia emocional? Estos no son los hombres que conozco en mi vida, no son mis compañeros, mis amigos, mi familia; pero es el mensaje que, por alguna razón, nuestra sociedad sigue repitiendo.

La masculinidad tóxica es un problema grave en muchos lugares del mundo, pero puede ser que México sea uno de sus mayores exponentes. Cuando digo “masculinidad tóxica”, por cierto, no quiero decir que ser hombre sea malo, el problema es lo que la sociedad nos ha enseñado que “ser hombre” significa. De acuerdo con la cultura del macho mexicano, los hombres no lloran, no cocinan, no lavan los trastes, no expresan sus emociones, no pueden mostrar debilidad ante nadie. Esto resulta en hombres cuya masculinidad depende de un frágil balance, una serie de reglas que deben seguir si no quieren ser calificados como “niña”, “mandilón” o “marica” (la última palabra denota también un problema de homofobia muy grande que en este momento no voy a tocar).

De acuerdo con un estudio de la doctora en psiquiatría Anne Maria Möller-Leimkühler, el número de suicidios de los hombres es tres veces mayor al de las mujeres en prácticamente todos los países del mundo. «El suicidio –dijo en una entrevista con BBC Mundo este abril– es la principal causa de muerte en hombres de entre 20 y 45 años, y es tres veces más frecuente que los accidentes de tráfico». La psiquiatra explica en la misma entrevista que esto es un resultado de la gran presión que se pone en los hombres para mantener esta fachada masculina de fuerza, control e invulnerabilidad.

Esto tiene que parar en algún punto. No es justo para nadie, y es mucho peor cuando hay figuras públicas como Trump defendiendo este tipo de actitudes. Sin embargo, el caso de Trump está lejos de ser aislado. La excusa de “así son los niños” es una que se utiliza desde que somos pequeños para justificar comportamientos negativos. Lejos de beneficiar a los hombres, esta actitud lastima a ambos géneros y crea una sociedad delicadamente sostenida sobre la mentira de lo que debe ser un “macho”.

Puede que sea tarde para corregir la actitud del candidato republicano, pero creo firmemente que la gran mayoría de la gente es mucho mejor que él, que pueden y quieren mejorar. Comencemos por no repetir este tipo de actitudes, por no enseñárselas a la nueva generación, por no condonar cuando alguien más intenta usarlas como excusa. Porque este tipo de discursos son, en efecto, tóxicos para todos.

 

 

Sofía Marlasca Couoh
sofia.maralscach@udlap.mx
@sofmarla

Last modified: 10 octubre, 2016