Revolución de los niños crecidos

Written by | Flechas Rayadas, Opinión

flechas rayadas

Muchos pintaban a Castro como el padre de una revolución de corte rígido. Revolución que terminó por exigirse de sí misma más de lo que podía darle a su pueblo. ¿Acaso el fin de una revolución no es liberar de un poder sofocante a sus abanderados? Es decir, ¿de buscar libertad? Calderón, desde la silla bañada del neoliberalismo y derecha absoluta, tuiteaba muy cómodo que esperaba que la libertad llegara pronto a los cubanos. Hasta el mismo Trump, con palabras de odio en mano, no desaprovechó la oportunidad para tachar al difunto con palabras que lo hacían morder su lengua una y otra vez. El 2016, con su hambre de grandes, se nos llevó a otro personaje para la historia. No sé si por mala suerte, por dicha de la contraparte o por urgencia, este año pretende dejar la batuta del revolucionario a una generación más fresca.

Dejamos un año de mucho conflicto, dolor, pelea, violencia, de democracia sorpresiva, de discurso sumamente destructivo y separatista. Año de muchas dudas, de sinsabores, de miedo al futuro y de ganas de dejarlo ir. No es sencillo ver las noticias cada mañana; observar víctimas de la violencia en nuestro país y en el mundo. Contar y contar muertos en Siria. Sumar y sumar discriminación contra grupos y minorías vulnerables. Analizar con lágrima en el ojo la victoria del odio frente a la razón en los Estados Unidos. Ver colapsar una y otra vez al mundo como si ya fuera rutina, detenerse un segundo y no entender esa supuesta “racionalidad” de la que nos jactamos tener los seres humanos. Absurda y triste historia; pero con esperanza.

“Las revoluciones se alimentan de esperanza”, he escuchado un par de veces en la vida, y tienen razón. Ya nos toca (a nosotros, los niños que ya crecimos para hacerla de pedo), darle un buen golpe a la estúpida razón de la humanidad que nos está heredando a este mundo de caos, de que, probablemente sin ser mayoría, detengamos el rumbo de muchos que hasta hoy, han alimentado de odio, muerte, manipulación y reglamento deteriorando al colectivo.

No nos vamos a vestir como nos ordenen, no vamos a seguir protocolos absurdos. No queremos adoptar los modelos socio económicos tal cual y los están dejando. Buscaremos quebrar los estereotipos y construcciones sociales inservibles. Sí, no será revolución de todos, pero les presumo la que muchos tenemos en la mente impregnada hoy en día.

No lo escribo con el sueño de que mi letra penetre en cabeza de todos, lo escribo por desahogo, por lujuria al cambio del que tanto hablamos y por ese pequeño rayo de esperanza. Esperando el momento en que el soldado deje de disparar, de que el terror ya no sea fundamento, de que los médicos abunden, de que baste un libro para detener mil balas. De tumbar dictadores. De callar al odio con el unísono de nuestros ideales, de no permitir que abusen de nadie desde las más mínimas circunstancias, de que las gaitas suenen al ritmo de la libertad verdadera, de darle la mano al de junto y verlo como igual. De que mi idealismo desenfrenado mute en realidad completa (aunque sea en esfuerzo).

Confío en esa nueva revolución que no usa armas, usa ideas; porque, como siempre lo digo, nuestra mejor arma es nuestra voz. Nos vemos el siguiente año.

Ray Ricardez
raymundo.ricardezga@udlap.mx
@RayRicardez

Last modified: 29 noviembre, 2016