Lo que le espera a Raúl Castro

Written by | Opinión

Frente a la muerte de Castro mucho se podrá decir. El tema es principal en cada noticiero de América Latina y sin duda alguna, en Estados Unidos. Un nuevo tiempo se aproxima para el pueblo cubano y este no se encuentra precisamente en sus manos. Raúl, hermano del fallecido y sucesor en el régimen será en quien recaiga la decisión política para su país. Sin embargo, habrá mucho por considerar dadas las circunstancias.

El primer factor a tomar en cuenta será la priorización frente a la demanda de cambio. Raúl tendrá que elegir entre la continuidad de su régimen (como Maduro con Chávez), que a un mediano plazo será remplazado con su fallecimiento, o -como el Rey Juan Carlos I de España, a raíz de la muerte de Franco-, abrir el camino para un nuevo sistema político democrático en Cuba.

De elegir la preservación del régimen, Castro tendrá que prepararse para enfrentar una nueva y reforzada oposición social. Nuevos aires con tendencias de liberación se respiran en la Habana y serán impulsados por la enorme oposición exiliada en Estados Unidos. Las manifestaciones en las calles no se harán esperar y probablemente en el desorden se desaten pequeños pero significativos enfrentamientos violentos.

Hasta este punto no habría nada relativamente nuevo. Raúl está acostumbrado a lidiar con las masas de la forma que se requiriera. El factor determinante es la ausencia de Fidel. Para la oposición, la muerte del revolucionario podría ser un revulsivo igual de grande. Es decir, la vulnerabilidad que representa para el régimen Castrista la muerte del líder, podría ser proporcional a la fuerza que los movimientos de liberación adquieran. A la fiebre de manifestación se podrían integrar líderes políticos y miembros del gabinete de Raúl, que le agregarían al movimiento social, el representativo político que los impulse de manera organizada a una oposición con fuerza suficiente para representar verdadero peligro al sistema. Es aquí donde Raúl tendrá que prestar particular atención.

Estados Unidos ha fungido hegemónicamente como mediador para los pueblos latinoamericanos, entre sus necesidades democráticas, y sus dictadores. Fidel mismo había sido víctima de incontables intentos de asesinato por parte de operativos encubiertos de la CIA. El segundo punto que se presenta sobre la mesa es la posibilidad de influencia de Estados Unidos.

Las intenciones aislacionistas de Donald Trump, y su pretensión por echar abajo la mayoría de los cambios realizados por Barack Obama, podrían representar un augurio de lo que se vendría para Cuba durante su gestión. De pronto, la estabilidad de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba se encuentra en peligro, y el retiro del bloqueo comercial parecería cada vez más improbable. Sin embargo, este sábado 26 de noviembre, Donald Trump expresó mediante un comunicado, entre otras cosas, lo siguiente respecto a la muerte de Fidel:

“…es mi deseo que este día signifique alejarse de los horrores que han durado demasiado, e ir hacia un futuro en el que el maravilloso pueblo cubano finalmente viva en la libertad que tanto merece.

…nuestro gobierno hará todo lo posible porque el pueblo cubano pueda finalmente iniciar su viaje hacia la prosperidad y la libertad. Me uno a los cubanoestadounidenses que me respaldaron durante la campaña presidencial, incluyendo la Asociación de Veteranos Brigada 2506 que me dio su apoyo, con la esperanza de que un día pronto veamos una Cuba libre”.

El discurso no parece indicar aislacionismo, mucho menos desinterés en lo que ocurre en Cuba en estos momentos. El mensaje de Trump es claramente intencionado. Expresó su inconformidad contra el régimen Castrista y su deseo de proporcionar a Cuba la “libertad que tanto merece”. ¿Existe entonces la probabilidad de que Estados Unidos interfiera en el proceso político de Cuba? La respuesta puede ser establecida por medio de otra pregunta: si el destino político de Cuba forma parte de los intereses de Estados Unidos y este se dispusiera a interferir, ¿quién lo detendría? En repetidas ocasiones se ha sabido de Estados Unidos financiando de manera secreta grupos guerrilleros de oposición a regímenes dictatoriales. La idea no es desacertada si se considera que ya hay un grupo de cubanos que comparten la ideología del presidente electo.

Por otro lado, Raúl se encontrará inmerso bajo una oleada de presión internacional. Ban Ki-Moon, Secretario General de la ONU expresó a reporteros de Turkmenistán:

“En este momento de duelo nacional, ofrezco el apoyo de las Naciones Unidas para trabajar al lado del pueblo de la isla»

La cordial invitación a guiar a Cuba en un nuevo sendero que lleve a su pueblo hacia el camino de la democracia, se presentará tarde o temprano por parte de la Organización de las Naciones Unidas, así como las demandas de la Comisión Internacional de los Derechos Humanos, entre otras organizaciones internacionales y no gubernamentales.

A manera de conclusión, los retos que Raúl Castro habrá de enfrentar con el destino de un régimen Castrista fallido, y su principal figura política muerta, se presentan ya en el tablero de juego como factores determinantes a considerar en su proceso de toma de decisiones. La comunidad internacional, y particularmente Estados Unidos, tendrán un papel importante como soporte a los ánimos de reforma de la sociedad cubana. También habrá que plantear cuáles son las oportunidades para México en el escenario, y las posibilidades del cuerpo diplomático mexicano de sacar ventaja de la situación.

Las posibilidades de rebelión por parte de alguno de sus allegados podrían intensificar la tensión sobre la cual el mandatario tendrá que reaccionar, ya sea con la determinante decisión de continuar con el sistema, o la posibilidad de abrir la senda que conduzca a Cuba hacia la transformación que por décadas gran parte de su pueblo ha exigido. Esta es, la transición a la democracia.

Luis Eduardo Borges Sánchez

luis.borgessz@udlap.mx

Last modified: 30 noviembre, 2016

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