Festín completo en la Luz de la Nevera

Written by | Ágora

Bien dijo el fabulista Jean de la Fontaine que el estómago hambriento no tiene oídos y, en este caso, resultó que tampoco tiene ojos. Este refrán viene a cuento porque el pasado 9 de febrero se presentó en La Luz de la Nevera, la exposición Mortadela (entre pan y pan); cuyo sólido discurso llenó el estómago de todos los presentes, y, al menos a mi, me dejó reflexionando sobre el comportamiento del público a la hora de enfrentarse a las obras de arte.

El trabajo fue realizado por Armando Cuspinera Contreras, estudiante de Artes Plásticas, quien ha decidido cuestionar dentro de su obra cómo es que el público de una exposición trata de consumir el producto del artista, sin alcanzar a dialogar ni comprender el mensaje que transmite. Para entenderlo mejor, se debe describir el evento (y lo singular que fue).

Al llegar al cuartito en el que se realizan las exposiciones, el HU-302, me quedé sorprendida al encontrarme con una mesa repleta de ingredientes para preparar sándwiches: pan, jamón, queso, atún, jitomate, lechuga, jalapeño, chipotle, cebolla, pepinillos, aceitunas, mayonesa, mostaza, y mortadela. Además de la presencia de electrodomésticos y un garrafón con agua, para que los invitados pudieran servirse toda la comida que quisieran. El ambiente, por supuesto, era festivo; como rara vez se ve en una galería. Lo más cercano a lo que uno consideraría artístico fue una representación de «La última cena» de Leonardo Da Vinci que se encontraba sobre esta mesa repleta de alimentos.

Cuspinera preparó una cámara para tener registrados los movimientos de los comensales que, en sus propias palabras, “llegaban a integrase a la comunidad y fluctuaban alrededor de la pieza principal (la mesa de comida)”. Los espectadores se liberaban fácilmente de ese sentimiento solemne que por alguna razón se genera en los espacios de exhibición artística y que, normalmente, no hace más que obstaculizar el diálogo… ¡Hasta se llevaban sándwiches para comer después!

El propósito de esta exposición es demostrar cómo la propia Universidad y los estudiantes, caen en el odioso método educativo de recompensa, debido a que, aún cuando hay alumnos que aprovechan bien las actividades institucionales, nunca faltan los que participan por completar los puntos PPA1 (esta vez la lista se encontraba dentro de la sala) y los que esperan obtener algo a cambio, que puede ser un estímulo tan simplón como la comida.

En resumen, esta propuesta de Armando Cuspinera no solo ilustra bien la dinámica en la que se llevan a cabo las exhibiciones de arte; sino que nos sirve como advertencia ya que, tristemente, puede verse como un reflejo del condicionamiento que las grandes instituciones ejercen sobre las personas. Sin más que decir, les invito de la manera más abierta a echar un vistazo a las exhibiciones que presenta La luz de la nevera cada quince días, y donde, seguro, vendrán propuestas tan bien sazonadas como esta.

Valeria Huerta Cano

valeria.huertaco@udlap.mx

Fotografía por Andrea Granja

Last modified: 20 febrero, 2017