Paisajes y senos

Written by | Life imitates art, Opinión

Una mujer mira al pintor, pasa ya los veinte años, pero no se acerca a los treinta; Cabello ondulado y pelirrojo, piel de porcelana, unos labios ligeramente pintados de rojo se entreabren y un mechón de pelo cae de forma estratégica y seductora por su rostro hasta llegar al hombro. En la escena no hay más que naturaleza; Renoir y su musa, quien lleva puesto únicamente un manto blanco que se amolda a su cintura dejando ver la forma y el más delicado detalle de su cuerpo.

Una mujer totalmente desnuda; de alguna manera el desnudo se distancia de lo erótico para permanecer en la belleza y el arte, para dar paso a la libertad y al amor. El día de hoy, lector, utilizaré al arte para intentar lograr un poquito más de apertura hacia el feminismo, hacia la libertad.

Somos millennials, la generación que, en hipótesis, es más abierta. La que aboga por los derechos de los animales, de los gays y de las mujeres en el campo laboral; somos la generación en la que tanto hombres como mujeres por igual se suman al movimiento feminista. Aún así, en pleno 2017, Free The Nipple causa controversias. Vivimos en un México en el que las mujeres deben usar brassiere si quieren permanecer dentro del margen de “niña bien” y, por supuesto, los pezones no se deben marcar en la ropa, de lo contrario estarías “llamando la atención”. Nos han enseñado que no debemos mostrar nuestro cuerpo, que hacerlo sería efecto de la falta de moral y no de la simpleza ni de la feminidad.

El cuerpo de una mujer es una de las composiciones de elementos más estéticas que la naturaleza pudo haber diseñado; ante su presencia, nunca me había sentido tan halagada como estos días dentro de los muros de la Alte Nationalgalerie de Berlín, donde, en la misma sala Renoir, Degas, Manet, Cézanne y otros impresionistas, abrumarían hasta al pintor más experimentado entre tantos paisajes y senos. Mujeres con diferentes tipos de cuerpo, diferentes proporciones y diferentes tonalidades de piel, ojos y cabello me miraban profundamente desde la pared. Ninguna de aquellas musas era recatada, ninguna llevaba más ropa de la que le gustaría, ninguna obedecía a cánones sociales y ninguna de ellas se sentía avergonzada de que tantos turistas miráramos su cuerpo. Ser mujer entonces se convierte en objeto de admiración y esplendor.

Es la mirada profunda de la mujer lo que realmente vemos, la manera en la que se desenvuelve en el mundo y el papel que, en este, elige desempeñar. Es en el arte que podemos ver más allá y reparar nuestro sentimiento en el valor genuino de una mujer, sea ella como quiera ser. Cuadros y expresiones artísticas nos educan entonces en un plano diferente, en una actitud resuelta que no deja lugar a los prejuicios ni a la vergüenza, nos educan en el desnudo con naturalidad y no como objeto de reprobación.

A lo largo de la historia, pintores, escultores y artistas en general han estudiado a detalle al cuerpo humano: sus diferentes posturas y movimientos se han deslindado completamente del sentir social para así comprender el lenguaje verdadero del desnudo.

Seamos, entonces, artistas en nuestro día a día, expresémonos como lo haría el viejo y sabio Renoir:

“La piel, la piel de una joven es lo primordial de un cuadro; percibir su sentir aterciopelado, y la manera en la que el sol la ilumina es todo lo que hay que entender. Sin una modelo enfrente la tarea sería casi imposible de realizar, pero lo primordial son los senos: redondos, firmes y con una ligera caída al final…”

Valeria Santos Vinay

valeria.santosvy@udlap.mx
@ValeriaSVinay

Last modified: 28 septiembre, 2017