Si recuerdan las noticias más recientes, sabrán de ciertas tormentas tropicales que estuvieron en ciertos estados del país. La Ciudad de México, por naturaleza, no tiene contacto directo con los fenómenos de las costas; sin embargo, y al parecer también por naturaleza, la capital no puede dejar pasar una oportunidad para demostrarnos lo que es capaz de hacer con algo de lluvia.
Alguna vez dije que nunca se debe olvidar el paraguas al salir de casa, pero resulta que un wetsuit, unas aletas y un visor también podrían ser de utilidad en este lugar. Bueno, sí, quizás sueno un poco exagerada, pero la verdad es –hasta hace unos días- yo pensaba que una buena chamarra, botas y el susodicho paraguas, estaría bien armada. Error de provincia, y anoten para futuras experiencias: una vez que comienza a llover en esta ciudad, cuidado, no se sabe cómo puede acabar.
Para que vean que no exagero (tanto), he aquí un par de anécdotas de las últimas lluvias. Para empezar, la obra maestra, el socavón de Reforma que ya en unas horas ya circulaba en todas las redes sociales. También está el Río Churubusco, desbordándose por cada respiradero que pudo, porque no le gusta estar entubado (y no debería estarlo). O qué tal las líneas de metro inundadas, donde un par de listos comenzaron a hacer negocio al transportar a las personas de un lado a otro sobre vallas de plástico a modo de lanchas.
En mi caso, aún no llego a deportes tan extremos, pero el atravesar varias calles a zancadas, con el agua hasta las rodillas y la lluvia esquivando hábilmente mi sombrilla, no ha sido una de las mejores experiencias de mi vida.
A pesar de todo, llegué a mi casa, me bañé y, a pesar de que mis pantalones tardaron tres días en secarse, la vida siguió. Tristemente, unos días más tarde, en el autobús hacia Puebla, me encontré con montones y montones de basura que flotaron hasta las orillas de calles y puentes. Creo que esta es la moraleja de esta historia, ya todos sabemos que la capital está construida sobre terreno acuífero, ¿verdad? Incluso escuchamos a menudo como se sigue hundiendo y, claro, inundando, y aún así, la gente no pone su granito de arena para evitarlo. No se puede cambiar el mundo de la noche a la mañana ni podemos evitar que llueva, eso le toca a Tláloc, pero lo mínimo sí lo podemos hacer. Por fa, no tiren basura en la calle.
Andrea Esperanza Chavez Perez
CDMX inundaciones Lluvias México
Last modified: 25 septiembre, 2017