Los #ParadisePapers: la nueva investigación periodística brutal que evidenció, una vez más, cómo las élites políticas y económicas absorben de manera descomunal una mayoría considerable del recurso de la población mundial, ha levantado diversas discusiones. Hay quienes aseveran que el debate primordial gira entorno a demostrar qué tan ilegal es o no desviar el dinero con estos métodos. Pues sí, puede ser muy interesante e importante abordarlo. Sin embargo, como lo plantee anteriormente, me parece que la discusión crucial de esta investigación es el replanteamiento acerca de la distribución económica inequitativa en la que estamos inmersos.
Tranquilos, esta no será una columna sobre lo hermoso y bello que es el comunismo. Tampoco me considero fiel partidario de este.
Lo que sí me permitiré abordar esta ocasión es reflexionar de manera crítica cómo es que unos pocos disfrutan del paraíso del capitalismo, mientras otros muchos padecen los estragos de su injusta dinámica. Lo sabemos: el capitalismo trata esencialmente de que pocos vivan en el paraíso, otros más en la tierra laboral y otros últimos en la miseria total.
La BBC recopila que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos estima que la pérdida anual global por la evasión fiscal asciende a US$240.000 millones, añadiendo que Oxfam asegura que la evasión de impuestos corporativos cuesta al menos US$100.000 millones cada año a los países no desarrollados y que «esto es dinero suficiente para proporcionar educación a 124 millones de niños y prevenir la muerte de casi 8 millones de madres, bebés y niños al año”. Esto sucede de manera sistemática en América Latina y África, regiones que se caracterizan por la descarada desigualdad existente entre ricos y pobres.
No, no estamos locos y no hay que ser un erudito en temas económicos para percatarse que únicamente el 1% de la población mundial concentra una mayoría estratosférica de riqueza.
Los #ParadisePapers nos vuelven a dar una amarga probadita de realidad. Y por más herramientas legales con las que se amparen estos personajes o empresas para decir que lo que hacen está medianamente en lo correcto, no podemos negar lo absurdo que es esto.
No me puedo permitir como ser humano observar cómo es que existe una minoría con tanto recurso, y una mayoría subyugada, olvidada y segregada en la miseria. No tendría problema alguno si todos los niños de este mundo tuvieran qué comer, si todos tuvieran medicina y educación y si todos tuviéramos, a lo largo de nuestra vida, oportunidades para crecer y ser felices. Sin embargo, como se demostró, esto no es así.
No está mal tener dinero. No está mal generar tu propia calidad de vida con lo que has trabajado durante tu vida laboral (mientras entre en la legalidad). Lo que sí está mal es embriagarse de dinero y de poder, siendo completamente indiferente a una realidad que mancilla a miles y miles de seres humanos alrededor del planeta. Todos merecemos tener lo que trabajamos, pero poseemos la responsabilidad de compartir con los que menos tienen.
Ray Ricardez
raymundo.ricardezga@udlap.mx
@RayRicardez
capitalismo dinero Paradise Papers
Last modified: 14 noviembre, 2017