Precampañas, Intercampañas y Campañas

Written by | Opinión

El 11 de febrero vieron fin las precampañas, las cuales empezaron el 14 de diciembre del 2017. En estos meses, los partidos políticos, militantes y precandidatos tuvieron eventos públicos con el objetivo de designar a sus candidatos a los cargos de elección.

A nivel nacional, las precampañas empezaron con tres precandidatos que finalmente se convirtieron en los candidatos. Podríamos decir en el caso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN), las precampañas sirvieron para que la sociedad conociera a José Antonio Meade y a Ricardo Anaya. En el caso del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena), López Obrador no necesita que lo conozcan.

Ningún partido tuvo un proceso interno de elección real. El PAN tuvo un proceso de elección formal, donde el único nombre que pudieron ver en la boleta fue el de Ricardo Anaya. (Este espacio dedicará una columna a cada aspirante presidencial).

Los saldos de las precampañas para López Obrador son buenos, según Oraculus, con su modelo Poll of Polls (que reúne todas las encuestas publicados sobre los candidatos presidenciales), actualizado el 15 de febrero, nos dice que el abanderado de Morena tiene 38 por ciento de intención de voto. El joven candidato del PAN tiene un 30 y lejanamente Meade tiene un 22 de intención.

Este es el panorama actual de la contienda electoral. Sin embargo, las campañas aún no empiezan, lo que sí inició fue la llamada “intercampaña”, la cual se desarrollará del 12 de febrero hasta el 29 de marzo, un día antes de que inicien las campañas presidenciales.

No obstante, la figura de las intercampañas es ambigua. El INE nos afirma que este proceso existe para “que se resuelvan posibles diferencias sobre la selección interna de candidatos a elección popular”. Suena muy bien, sobre todo para un partido como el PAN que se visualiza con conflictos internos. El problema de la intercampaña radica en lo que los candidatos y los partidos pueden y no pueden hacer, restricciones que rozan en lo absurdo.

Se permite la propaganda política pero no la propaganda electoral. Es decir, se permite que los partidos realicen propaganda haciendo hincapié en sus valores, principios o ideologías, pero no pueden llamar al voto. Y la propaganda no puede incluir la imagen del candidato, pero puede acudir a entrevistar y dar su opinión sobre temas generales.

Esta es nuestra realidad electoral. Viviremos dos meses en la simulación, en las opiniones de los candidatos sin contenido, no podrán hablar de planes de gobierno o de las políticas públicas que desean implementar sobre los grandes problemas del país, porque la ley se los prohíbe. Viviremos dos meses de indirectas, insinuaciones y eufemismos, pero nada de contenido, que es lo que importa en una elección.

Alexis Murillo Corona

@Mc1998Alex

alexis.murilloca@udlap.mx

Last modified: 19 febrero, 2018