La desventaja de tenerlo todo

Written by | La vie sans rose, Opinión

Salir el domingo por la tarde a comer a un restaurante es todo un ejercicio de paciencia: desde esperar a que te asignen una mesa, hasta que lleguen los platillos. Pero bueno, al final, cuando no tienes ganas de cocinar, o bien, simplemente quieres ir a determinado lugar, lo vale.

Este fin de semana decidí ir a un restaurante con mi familia y, como mencioné antes, estuvimos esperando un buen rato. Por la hora poco a poco se iban llenando las mesas y en verdad parecía hasta una coreografía. Tan pronto se desocupaba una mesa, el equipo de limpieza se ocupaba de dejar todo impecable, llegaban nuevos comensales y se repetía el ciclo.

Después de un buen rato una pareja entró al restaurante y se sentó casi frente a nosotros. El mesero les entregó las cartas, ordenaron su comida, les trajeron sus bebidas y comenzó la espera. Ahora bien, el problema no fue la actitud con que llegaron, sino que después de esperar un rato –y para esto cabe recalcar que el restaurante en verdad estaba con cupo lleno– el mesero llegó con los alimentos y tan pronto los puso en la mesa y se retiró, ellos tomaron sus cosas y se fueron.

El mesero, el gerente y el personal de limpieza empezaron a cruzar miradas. La comida estaba recién servida, intacta y a la espera. Desde luego, las personas no volvieron a la mesa; se marcharon y, con discreción, el personal del restaurante retiró los platillos para llevarlos a la cocina. ¿El destino de estos alimentos? Según la mayoría de mis amigos que han trabajado como meseros: el bote de basura.

Sabemos que existe una gran cantidad de personas a nivel mundial y nacional que viven luchando por conseguir un poco de comida. Quizás mientras lees esto, en tu refrigerador tengas alimentos que estén prontos a expirar o que en cuestión de tiempo terminarán sumándose a la pila de residuos que generamos todos los días.

En ocasiones estamos tan acostumbrados a comprar comida sin hacer conciencia sobre cuánto vamos a comer realmente, que es muy fácil desechar lo que ya no queremos. O nos molesta esperar un poco más por algo que ya habíamos ordenado y que no llega, porque al final de cuentas ‘no es nuestro problema’. Pero sí lo es.

Se convierte en nuestro problema cuando en el mundo hay personas que no tienen qué comer. Es nuestro problema cuando solamente en nuestro país se desperdician 10 millones 431 mil toneladas de alimentos al año. Sí, es un problema al que contribuimos de vez en cuando porque no nos hemos visto en la necesidad de rogar aunque sea por una hogaza de pan o una tortilla. Es un problema cuando el tener todo nos desensibiliza ante la necesidad de los otros.

Iliana Hernández Valdivia

iliana.hernandezva@udlap.mx

Last modified: 28 febrero, 2018