Si su voz es nuestra voz, también nuestro es su destino

Written by | Opinión

Titulo este texto con una frase con la que termina «Flores en el desierto», texto extraordinario publicado por Desinformémonos, que nos acerca a una mirada de la otra, de las mujeres que luchan y sufren el racismo infame de ser mujer e indígena.

Esta lucha representa el renacimiento y la reivindicación de los pueblos indígenas, a través de las voces de mujeres maravillosas que, con sus historias comunes, nos enseñan que pequeñas acciones pueden generar grandes cambios. Diez concejalas del Concejo Indígena de Gobierno (CIG): Rocío, Gabriela, Guadalupe, Osbelia, Bettina, Sara, Myrna, Lucero, Magda y Marichuy. Todas son voces de lucha de los pueblos Comca’ac, Yoreme, Coca, Binnnizá, Nahua, Tsotsil, Mazahua, Maya y Kumiai.

Las historias comunes son las que encierran esa herida profunda, sentimientos y emociones, de los pueblos que vivieron exclusión; porque para quien escribe la historia no fueron hijos e hijas de nadie, que se resistieron a la imposición y se les rebajó a miembros del cuarto mundo, que no hablan idioma, sino dialecto, y que su cultura sigue siendo percibida como folclor y, por lo tanto, no puede formar parte de la institución.

El testimonio de Rocío refleja esa construcción de lo “otro”, al dar testimonio de que los mismos historiadores enseñan que su comunidad, en Mezcala, fue abatida y extinguida durante el proceso de colonización; entonces, para el Estado no son nadie. El Congreso Nacional Indígena significó para ella y los demás miembros del colectivo una esperanza por el reconocimiento de la Isla y del territorio comunal. La lucha de Rocío es diaria. Hoy ella se encarga de impartir talleres sobre la historia comunal de Mezcala, en el que no se borre la participación indígena.

La lucha de los pueblos indígenas ha adquirido la fuerza y la participación esencial de las mujeres, que no han renacido, sino que se han reivindicado, para lograr la posición que se merecen en la historia, más allá de la visión vencedora, homogeneizante y clasista. Que la lucha de lucha de Rocío y de todas estas mujeres indígenas –que la historia y la sociedad se ha encargado de hacer menos por no representar un protagonismo de primera plana– nos lleve cada vez más a algo mejor: a una sociedad más justa y equitativa.

Es con acciones colectivas, creadas desde abajo, con la fuerza de todas las mujeres, que llevaremos a esta sociedad a una en la que todas estas mujeres ocupen el lugar que les corresponde. Porque ser mujer e indígena no es motivo de debilidad en una sociedad donde la fuerza de muchas se mide en su voluntad para cerrar la boca.

Ana Sofía Arango Marcos
ana.arangoms@udlap.mx

Last modified: 12 marzo, 2018