¡Al calabozo, por amar!

Written by | Opinión

La primera semana de septiembre nos ha otorgado a la comunidad internacional LGBTTTI un motivo para celebrar. El Tribunal Supremo de la India, el segundo país con mayor densidad demográfica del mundo, acaba de dictaminar que las relaciones homosexuales deben dejar de ser consideradas como un crimen. Y es que esta nación, como consecuencia de su devenir colonial, heredó y mantuvo por más de 150 años dentro de su Código Penal a la ley conocida como “Sección 377”, la cual establecía pena de cárcel de 10 años o más en contra de quienes mantuvieran relaciones homosexuales, mismas que eran clasificadas como contra natura y que además, eran equiparadas con prácticas zoofílicas (¡Hágame usted el homofóbico favor!).

No es necesario vivir en la India para poder entender lo que este cambio significa. Como mujer lesbiana, conozco de primera fuente que el ir por las calles de México y peor aún por las de Puebla, abrazada o tomada de la mano de otra mujer, implica recibir insultos, rechiflas, señalamientos, burlas, palabras lascivas, condenas religiosas, e incluso –y con más frecuencia de la que se cree– ataques físicos. Como activista por los Derechos Humanos (DDHH) de la diversidad sexual, tengo conciencia de todos los riesgos que vivimos a diario aquellos que nos “salimos” de la heteronormatividad y quienes podemos llegar a pagar por ello incluso con la vida.

Si todo esto sucede en México, un país que desde hace ya varios años –147, para ser más exacta–, despenalizó a la homosexualidad, podemos sospechar todo lo que implica ser lesbiana, gay, bisexual, transgénero, transexual, travesti o intersexual en un Estado donde las propias autoridades justifican e incluso incentivan la ejecución de actos de discriminación y violencia en tu contra, o peor aún, imaginemos que corrimos con la mala (pésima) suerte de haber nacido en alguno de los 72 países en donde ser LGBTTTI es delito o en una de las 8 naciones en donde el amar a una persona de tu mismo sexo se castiga con pena de muerte: naces, creces, te enamoras, eres sentenciado a morir por ese sentir, mueres (¡TE ASESINAN!); así el ciclo de la vida para muchas y muchos.

Tendemos a pensar que el respeto total de los DDHH más fundamentales es una realidad para todas las personas, en parte porque eso es lo que versan los cientos de tratados que nuestros políticos sonrientes e hipócritas firman y presumen mientras son fotografiados  por los medios internacionales, y en parte también porque como sociedad, la mayoría de las veces nos quedamos dentro de nuestra burbuja de privilegios y comodidades y no vemos más allá de lo que nos llega a afectar a nosotros directamente. Pero la verdadera historia es una mucho menos idílica, en donde las personas siguen siendo asesinadas por amar a quien aman y siguen teniendo prohibido ser quienes son.

Hoy, los festejos en la India son merecidos, pues el amor, el orgullo y la dignidad han ganado una batalla y hay que celebrarla, pero mañana los esfuerzos se redoblan y la lucha continúa porque todavía nos queda un largo, largo camino por recorrer.

El amor no daña, el odio sí.

 

 

Daniela Hernández Sánchez

daniela.hernandezsz@udlap.mx

@DanHdex

Last modified: 11 septiembre, 2018