2 de octubre no se olvida, a menos que no nos agrade

Written by | Opinión

Escribo esto casi una semana después del 2 de octubre. No habría tocado el tema, pero una discusión que tuve el jueves 4 de octubre me hizo querer abordar esto en la columna de hoy. Tras un debate en mi clase de Arte, Historia y Cultura para introducir el tema de “Historia”, pude sacar una conclusión en limpio: ningún pueblo debe negar su historia.

No sé si fue el 1ero o el propio 2 de octubre que me enteré que estaban retirando placas conmemorativas de distintas estaciones del Metro de la Ciudad de México. ¿El motivo? Tenían un infame nombre en ellas: Gustavo Díaz Ordaz. Díaz Ordaz podrá haber sido un represor democrático severo, pero no considero que sea adecuado borrar sus pocas “buenas acciones” de la historia. Esto lo digo más desde un punto de vista historiográfico que con una mentalidad conservadora.

Sonará bastante cliché, pero negar nuestra historia sólo nos ayudará a repetir lo que pasó. Lo que recién sucedió con las placas de Díaz Ordaz va a ser un problema para la historia de México: se eliminó evidencia histórica. No sólo la es importante para construir la historia, sino también para entender por qué los sujetos históricos actuaron como actuaron, así como cuestionar sus acciones. También sirve para que  reflexionemos y cambiemos nuestros paradigmas al buscar ser o no ser como los sujetos históricos. Por más detestable que sea Díaz Ordaz, debemos saber verdaderamente por qué no queremos ser iguales a él, en vez de aborrecerlo por una imagen suya que tratan de “vendernos”.

De acuerdo, nada es motivo para quitar vidas por la fuerza, pero ni las más atroces acciones deben serlo para presentar verdades a medias. Kurt Vonnegut Jr. alguna vez dijo que no hay una sola cosa inteligente que decir sobre una masacre, pero hoy ya no sólo está la Masacre de Tlatelolco… también está la masacre de conocimiento que tenemos al borrar evidencia histórica. Si dejamos que exista un vicio por tener una historia sesgada, nuestra historia no tendría sentido.

A Díaz Ordaz difícilmente se le podrá quitar la etiqueta de criminal contra la humanidad por haber permitido la Masacre de Tlatelolco, pero aún no hay consenso sobre por qué lo hizo. Si eliminamos aquellas pistas que nos pueden ayudar a esclarecer por qué actuó como actuó, sólo nos afectamos más. La historia no es propaganda para que la manipulemos a nuestro gusto, al contrario, es nuestro mejor recurso contra la propaganda. La historia debe ser un recuento objetivo de las acciones que nos forman, y conociendo el caos que es nuestra historia, ¡buena falta que nos hace que sea así! Que se note que la historia de México es la de valientes guerreros que han sabido lidiar con las buenas y las malas, no una historia de víctimas y cobardes que engrandecen sus derrotas sólo para que más gente esté de acuerdo con las verdades a medias que nos quieran promocionar.

 

Ann Cervantes Trejo

antonio.cervantesto@udlap.mx

 

Last modified: 8 octubre, 2018