¡Pero qué jodidos!

Written by | Opinión

El 29 de septiembre, los ángeles que resguardan las calles de Puebla fueron testigos del andar de numerosas mujeres que exigieron la despenalización de la interrupción del embarazo. La marea verde se apropió de la vía pública, y entre tambores y aplausos, sobre los mismitos muros en que otras tantas personas ya han escrito anteriormente, las mujeres firmaron: «Las paredes se limpian, las muertas no vuelven».

Y entonces la gente gritó, se asustó, lloró, se quejó, pero no por las muertas, sino por las paredes. Inmediatamente, las redes sociales se inundaron de esos usuarios oportunistas que solo muy repentinamente asumen su ciudadanía crítica, y así, sin dar un solo paso fuera de Facebook, teclearon furiosos: “¿Cómo pudieron hacerle esto a “nuestro” patrimonio?”. Yo los leía y pensaba: ¿cómo pudieron desordenarse tanto nuestras prioridades?

Sin el afán de polemizar por qué está bien o por qué está mal el uso del grafiti como medio de protesta (en primera, porque ya se ha dicho —y sobretodo escrito— bastante sobre ello, y en segunda, porque esa pintura verde ya fue cubierta), más bien invito a reflexionar sobre la obsesión que tiene la sociedad de siempre esperar que las personas menos privilegiadas, es decir, las jodidas y los jodidos, pongan la otra mejilla, que “no sean exagerados” (aunque lo que estén pidiendo sea algo tan básico como el respeto a su vida), que resistan, que no se quejen, que «aguanten vara» y, sobretodo, que entiendan que hay otras urgencias, porque, claro, a los jodidos siempre se les margina.

Además, se espera que si un día la voz de la jodida y del jodido se levanta ante las injusticias que ellos y las generaciones anteriores a ellos sufrieron, sea a pocos decibeles, de manera disimulada, con consignas que sean amigables y pacíficas, y, casi casi, se les pide hasta que afinen. No tienen derecho a hacer mucho ruido ni a ser disruptivos, incluso se ha aconsejado que pidan permiso para luchar contra el sistema y, más que nada, que respeten la regla de oro: que no pretendan hacer cambio alguno.

Y es que los grafitis de la mujer, del migrante, del pobre y del homosexual no son solamente vandálicos, sino que son triplemente vandálicos; prueba de ello es que desaparezcan a las pocas horas de ser pintados, a diferencia de los rayones sin consignas que por mucho rezan “puto el que lo lea” o  “chingue a su madre el América” o quizá un corazón y un par de iniciales, pero que, a fin de cuentas, cada año celebran un nuevo aniversario sin que le estorben a nadie.

De las jodidas y de los jodidos no se espera mucho, solo que no incomoden, que no pretendan transformar sus realidades porque eso implica que se comprometan las nuestras. De ahí que cualquier medio que le sirva a esos otros para sus reclamos, siempre nos parezca ilegítimo, vulgar, vandálico, innecesario, de ahí que desde el lujo de nuestros privilegios juzguemos los movimientos ajenos, esos con los cuales nunca nos hemos comprometido pero sobre los que sí nos atribuimos el derecho a opinar y a reprobar y a afirmar “que se han desvirtuado”, sin terminar de entender que a quien le falta virtudes es a esta sociedad que margina a muchos y los obliga a manifestarse para lograr sobrevivir.

Desde la comodidad de nuestro celular, nuestra tablet o nuestra MacBook, esperamos que los jodidos no marchen, no griten, no cierren avenidas, que no bailen, que de ser posible no evidencíen que existen pero que sí existan porque sin ellos nosotros no seríamos lo que somos.

El 29 de septiembre me dejó muy en claro lo fácil que nos resulta el calificar de innecesarias a aquellas luchas que a nosotros no nos ha tocado pelear, lo sencillo que nos es decidir qué batallas y qué medios son válidos cuando no somos nosotros los que han dejado —a veces literalmente— la vida en ellas. Qué fácil, qué sencillo, qué hipócrita. En este tiempo de likes y de shares, nos urge una buena dosis de solidaridad. Cierra tu computadora y, antes de censurar, ve a conocer otras realidades ¡no jodas!

 

Daniela Hernández

daniela.hernandezsz@udlap.mx

@DanHdex

Last modified: 2 octubre, 2018