Tlatelolco, memoria en reconstrucción

Written by | Opinión

Nací en el México de 1998, un país muy diferente al que vio morir a cientos de estudiantes el 2 de octubre de 1968, tan sólo 30 años atrás. Nací en un país donde la oposición había tomado la Cámara de Diputados y el sistema hegemónico autoritario estaba a punto de morir. Nací en un país que se había abierto al libre mercado unos años atrás con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y que había dado inicio al siglo XXI con el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

Veinte años después, el país ha vuelto a cambiar radicalmente; hoy se ha generado un fuerte debate público sobre las implicaciones política, histórica y sociales del 2 de octubre, debate que hubiera sido imposible hace 50 años. Tratar de construir una memoria era algo impensable en el México del 68, Tzvetan Todorov decía que la memoria es el paso filtrado y reconstruido. Hoy a 50 años de distancia, la creación de nuevas interpretaciones, de una nueva memoria, no es lujo, sino una obligación.

Este año se han generado interpretaciones brillantes como la de Ariel Rodríguez Kuri, profesor del Colegio de México, en su ensayo “68. La otra visión”, donde analiza el movimiento estudiantil y las Olimpiadas (la cultural y la deportiva) de manera conjunta, recordándonos que no fueron hechos aislados, sino eventos simbióticos.

También se han hecho revelaciones escalofriantes, como la que argumenta Sergio Aguayo en su nuevo libro “El 68. Los estudiantes, el presidente y la CIA”, según el autor, al carecer de un servicio de inteligencia, México dependía de la Central Intelligence Agency (CIA), el encargado de la organización en México; Winston Scott -el 2º hombre más poderoso de México en 1968- alimentó la paranoia de Díaz Ordaz sobre una conspiración comunista para convertir en presidente a Heberto Castillo: una total locura. La CIA es corresponsable de las muertes de 1968.

Muchas más interpretaciones se realizan este año y se darán a conocer a lo largo de esta semana. Tlatelolco fue un momento que marcó la historia de México a pesar de que el acontecimiento no tuvo respuesta inmediata; los ciudadanos no se levantaron en armas o salieron a las calles a protestar. La respuesta vino después; llegó con la transición democrática mexicana. 1968 fue el momento en el que la sociedad se dejó de reconocer en el gobierno, vino la reforma electoral de 76-77, después la crisis de 82 y finalmente la elección de 1988. Todos hechos conectados y dirigidos al inicio de la transición. La noche de Tlatelolco es una de causas de largo plazo de la democratización de México.

Hoy somos un país muy diferente al que vio morir a cientos de jóvenes la noche del 2 de Octubre de 1968: la noche más trágica de nuestra historia contemporánea; sin embargo, no somos Suiza. Hemos caminado hacia un país mejor, pero ante prácticas autoritarias que sobreviven en nuestra política, ante los grandes niveles de pobreza y desigualdad, ante la violencia creciente y la inseguridad perenne: parece que no hemos avanzado.

 

Alexis Murillo Corona

alexis.murilloca@udlap.mx

@Mc1998Alex

Last modified: 2 octubre, 2018