¿Libertad de expresión para todos?

Written by | Opinión

El undécimo día del undécimo mes a las 11 horas, se llevó a cabo una marcha- la Marcha 11-11-11- para protestar al Presidente Electo de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y las irregularidades llevadas a cabo durante la consulta sobre el  Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM). Quizá muchos no la conozcan como la Marcha 11-11-11, sino como la Marcha Fifí o la Marcha por el Aeropuerto.

Tengo certeza  de que los que usamos redes sociales vimos constantemente varias de las consignas para la Marcha Fifí que tenían la intención de burlarse de esta. A simple vista, parece algo inofensivo, digo, cada quien es libre de expresar lo que piensa, y es común para nosotros los mexicanos agarrar todo con humor. Pero existe un problema en el fondo: se está dando una clase de mensaje represor.

Después del proceso electoral de 2018 no me extrañaría que los opositores al NAIM o al PRIAN sean quienes empezaron con los lemas para esta marcha. El mensaje implícito que dejan es que solo ellos pueden congregarse y hacer manifestaciones. Dan a entender que cualquier otra que no sea parte de ellos está vacía, puesto que marchas como la 11-11-11 son solo “problemas del primer mundo”. Incluso una de las consignas, “¡fifí, marchando, también se está bronceando!”, es una burla a que los “fifís” de México son unos flojos que nunca bajan de su nube y no saben cuánto sufre “el pueblo”.

Aunque sostengo que la libertad  de expresión es algo esencial, no considero que debamos atacarnos por cualquier cosa. Anteriormente mencioné que una de las cosas que López Obrador ha conseguido es dividir a México, y da miedo que esa polarización se mantenga. La historia ha probado que cuando el diálogo falla, manifestarse es el mejor método pacífico para darse a escuchar. Pero si ese mecanismo solo se limita a ciertos grupos de la población ¿dónde queda la libertad de expresión?

El 11 de noviembre se protestó por una falla en la democracia que predica López Obrador, y es justo, pues la verdadera democracia no es montar fachadas para hacer la voluntad propia. Desprestigiar el movimiento es casi equivalente a aplaudirle al futuro presidente su jugada dictatorial, la cual no estuvo respaldada por mecanismos legales. Tachar esto como un “problema de  primer mundo” demuestra que no todas las voces tienen el mismo peso para quejarse, al menos a ojos de nuestra sociedad.

Discúlpenme por haber sido tan redundante en esta columna, pero no hay una sola cosa inteligente por decir cuando muere la democracia. Aprendamos a escucharnos y a dejar nuestras diferencias atrás en vez de burlarnos de problemas que tienen consecuencias significativas para el futuro.

 

Ann Cervantes Trejo

antonio.cervantesto@udlap.mx

Last modified: 12 noviembre, 2018