Todos los caminos llevan a casa y el intento de rescate de los valores humanos

Written by | Ágora, Must Watch

Como parte del programa que el Cineclub de las Américas presenta este semestre, la película surcoreana Todos los caminos llevan a casa fue proyectada en el auditorio de Ciencias de la Salud el martes 19 marzo.

A pesar de que el filme tiene casi 17 años desde que fue lanzado a la pantalla grande, todavía se muestra como una obra valiosa en la actualidad dada la sensibilidad con la que maneja ciertos valores atemporales, tales como la humildad, el ser agradecido, el respeto a los mayores y la fortaleza para abandonar el ansia de posesiones y comodidades en favor de cuestiones humanas y espirituales mucho más satisfactorias.

Hoy en día existe un debate más que conocido en el que se ponderan siempre las ventajas, desventajas, beneficios y costos que tiene el habitar en una ciudad moderna, cosmopolita, bulliciosa y ajetreada en contraposición a la vida rural. En este sentido, la forma en la que el metraje expresa las contradicciones del hábitat urbano es diferente a como lo haría el cine “occidental”, más específicamente, el cine de Hollywood.

Se trata de una película con pocos diálogos, donde el espectador debe tener una actitud abierta a la sensibilidad para leer las escenas y analizar más allá de lo que se ve en la pantalla. Con todo, el largometraje no resulta difícil de entender, ya que está compuesto por una narrativa temporal lineal con un claro mensaje final moralizante, no enfatizado, pero obvio.

El filme tiene un ritmo calmo. Busca llamar la atención del público mediante el manejo de una serie de juegos emocionales que recorren el cuerpo de las personas desde la desidia que se siente por Sang Woo (protagonista de la historia) hasta la ternura, impotencia y compasión por su abuela. En la cinta queda reflejada la compleja relación que usualmente se da entre personas de generaciones muy dispares, que llega a enmarañarse aún más cuando han vivido de formas distintas y sido formadas por experiencias circunstancialmente desiguales.

La vejez, tema crítico de la sociedad contemporánea, es también un elemento importante en el largometraje que llama sutilmente a la reflexión. El abandono, la soledad y la enfermedad durante la edad avanzada son cuestiones que la juventud ignora por considerarlos temas muy postreros. Sin embargo, lo más que puede hacerse es insistir y motivar a la reflexión sobre esa etapa de la vida, que actualmente es ignorada como si nadie la fuera a vivir, objetivo que la película cumple.

A su vez, la obra cinematográfica pone en duda los hábitos con los que son educados y crecen los niños en la era digital. Hay que aprender a hacer más con menos, a ser creativos con la simpleza de nuestras mentes y la voluntad de pasarlo bien desde temprana edad, y acostumbrarnos a ello. La tecnología se muestra como un factor de alienación que rompe la interacción humana, claro defecto de la modernidad, pues nada puede compararse a la valía existencial de tener a otro ser humano a nuestro lado.

Así, Todos los caminos llevan a casa es una película que, aunque no impacta mucho al público, motiva a recuperar ciertos pensamientos o reflexiones que creíamos ya superadas y hasta olvidadas. Si esa era la meta, fue lograda.

 

Marco Árcega Corona

marco.arcegaca@udlap.mx

Last modified: 3 abril, 2019