El riesgo de procrastinar

Written by | Opinión

No puedo decir que mi cuarentena empezó mal. Cambiar mi cuartito claustrofóbico, frío y oscuro por mi habitación con un escritorio grande y una ventana gigantesca no sonaban tan mal. Además resultó que las clases en línea me terminaban dando un montón de tiempo libre que, como buen estudiante, no usé para repasar mis materias o adelantar mis trabajos pendientes sino para procrastinar.

No estaba teniendo problemas con nada cuando empecé mi maratón de Huhg Jackman. Terminé a tiempo las tareas para mis últimas 4 materias de la carrera, hice mi parte en el aseo de la casa, dejé a mi mamá tratar de peinarme y todavía me quedó tiempo para Los Miserables y El gran showman. Sí, después de estos meses de empeñarme tanto en mostrarme a mí mismo cómo lo que soy, de nombrarme en masculino y corregir a mis amigos cuando me llamaban Liliana en vez de Ian, regresar al closet y ser llamado en femenino y por un nombre que ya no siento como mío era raro, pero soportable.

Para mi maratón de Jake Gyllenhaal ya no me parecía tan  llevadera la idea de la cuarentena. No sé si a ustedes les pase, pero personalmente, terminé asociando la casa de mis papás con descanso, y trabajar desde aquí, ser constante y no rendirme a la vagancia e irme a acostar y ver películas o leer cómics toda la tarde se me empezó a hacer casi imposible. Pero como tampoco puedo hacer de cuenta que no tengo nada que hacer, terminé pausando 15 veces Donnie Darko para ir a adelantar algo de mi tarea sólo para rendirme en cinco minutos y regresar a la película. En fin, entre Donnie Darko y Prisioners terminé los pendientes.

Cuando le di play a Shameless UK sólo por ver a James McAvoy estaba en crisis total. Y es que para quienes vieron la serie, creo que estamos de acuerdo en que el tema central es el caos en la vida de los Gallagher, y yo me pensaba ajeno a ese caos. Termino la carrera, aprendo ingles al cien de una vez por todas, estudio una maestría, estudio literatura, hago investigación y muero. Listo, plan de vida, orden total.

Pero no.

Resulta que escuchar “hija” “Liliana” y el pronombre femenino para referirse a mí no es llevadero, resulta que necesito salir del closet de una vez por todas, pero ¡carajo! ¿Cómo se sale del closet en mitad de cuarentena?

Resulta también que extraño mi frío, oscuro y claustrofóbico cuarto, que no hace justicia la ventana y el escritorio grande con tal de tener un espacio que puedo llamar mío. Resulta que en esta casa ya me volví ajeno, que quizás mis papás quieran tenerme aquí y que sientan que nunca me fui y que aquí es donde pertenezco. Pero no, yo aquí estoy de paso, mi espacio está allá fuera en algún lugar en que soy amo y señor, en donde no se come a las tres de la tarde, sino entre clase y clase, recalentando la pasta de hace tres días.

En mi vida no hay orden, hay una sucesión de eventos académicos que quiero cumplir, pero fuera de eso estoy perdido.

Cuarentena, bendita cuarentena. Resulta que salgo mucho más de lo que pensaba, que el silencio es escandaloso y que si no se nombra empieza a desaparecer. Quizás y las cosas no sean tan malas y mi panorama se ve oscuro como una película de DC por mi mala elección cinematográfica para matar el tiempo. Quien sabe, quizás no debí elegir actores de Marvel para obsesionarme.

Debería empezar a procrastinar viendo anime.

 

Ian López García

liliana.lopezga@udlap.mx

Editor de Lado Alterno

 

 

Last modified: 29 abril, 2020