Primer Lugar
El viento en Día de muertos
Decía doña Isidora, la vecina de la casa 23,
que, llegada la fecha,
cuando prendes velas, las llamas bailan.
Yo no sé si crea en eso,
de los fantasmas y espíritus que tanto dicen.
Certeza no me falta, sin embargo,
de que los aires de muertos,
esos vendavales que azotan la ventana,
cobran forma.
Lo sé, suena ridículo,
pero creí haber visto ayer,
a mi bisabuela en el espacio vacío de la recámara, en la nada.
Y cuando bajé en la mañana,
recién despierta por el olor a naranja que desprenden las hojaldras,
había una que estaba mordida,
con el mismo hueco en la dentadura que ella solía tener.
Yo no sé si creo en fantasmas y espíritus,
pero por un segundo, si no es que más,
la calma me abordó de pies a cabeza y tuve conmigo su recuerdo,
si no es que su presencia también, cerca de mi corazón.
Con eso me basta.
La estrella de Marsella
Autor: Iñigo Fernández Amescua, Licenciatura en literatura
Segundo Lugar
Frío de Mictlán
Sensación de frío, Muerte en hectáreas
Naranja por flores endémicas
Nuestro día de muertos
Bienvenidos al Mictlán.
Defunción, como presagio de desmoronarse
como hojas, secas arrancadas por el viento
culturas, me temen
no brindan, por el despliegue.
El equinoccio, la puerta abre
Bienvenidos a mi terreno
la noche e obscuridad se hace uno
no temas si de repente
ves una sombra pasar por tu frente.
Tu plano está en mi órbita
se gentil y paciente
con los seres de la noche
ofrenda a las brujas
que ya conoces.
Unos son gentiles
otros ni cómo ayudarte
ruidos de insomnio
voces del cuarto
serán recurrentes.
No desesperes si no cooperan
si eres paciente
te traerán fortuna u oro
de lo físico es lo que más vale
puedes pedir más
aunque tu plano, no lo ve, ¿vale?
Fuera del paso terrenal
olvidado por el umbral
un frío, abismal
coexisten las criaturas
del Mictlán.
Por el piso, rondan los muertos
Sobre el río, esperan a los perros,
mientras piensan en su ademán
Tan tangibles, que no creen
en lo no visible.
Las almas, pasan por tu lado
¿sientes un frío estremecedor?
¿no lo sientes, a tu alrededor?
Un olor… observador.
Fríos de otoño
donde los cítricos
cubren de su color
todo a su alrededor.
Noches de otoño
Alejados del sol
el frío estremece al girasol
la neblina despliega
a la flor.
La muerte ronda
las hojas marchitas
Y para los míos
nuestros perros se han ido
nuestros amigos ya nos
esperan en los ríos
haya los veo amigos míos.
Días de otoño
sol arde como rasguño
la piel se rompe
tal martillazo al peldaño
Tranquilo, te compones al otro año.
Noche para recordar a los muertos
no olvides el vicio de tus amigos
o se sentirán ofendidos
agua y pan todos son bienvenidos.
Un día de celebrar, lo más triste
de lo natural, agradecido
de mi tierra y presente
con un frío que estremece
te obsequio sensación de muerte.
Cierro la puerta en diciembre
espero no molestarte
duerme un día antes, de tu celebración
o mis niñas te acabaran, en cada acción.
Disfrutas de mis enseñanzas
que la magia te cubra de alabanzas
que cumplas tus metas y objetivos
que en vida los pasamos inadvertidos
Una vez lleguen a mi plano, serán míos.
Ludy
Autor: Ulises De la Torre Balleza, Licenciatura en Biología
Tercer Lugar
La Catrina y su festejo
Sí pensaban que no habría
pues ya ven, que eso no es cierto
aunque estemos en pandemia
celebramos el día de muertos.
Anduvo muy ocupada
de panteones no quiere saber,
se acerca la fecha esperada,
y nadie la quiere ver.
Las catrinas en el parque
engalanan el festejo,
en morado y mil colores
calaveras van al cielo.
Allá en el camposanto
los nuevos ya llegaron,
los viejos salen de sus tumbas
les dicen ¡los olvidados!
Esos, que nada celebran
esos, que nadie llora,
son amargados y suspiran muerte
entre sus rostros obscuros y
decadentes.
La catrina como siempre de gala,
a la fiesta llegó temprano,
dicen que, en busca de novio,
entre viudos y divorciados.
¡Mírenla! que pícara,
le gustan los casados,
huesito joven con experiencia
no le importan, los tamaños.
Los que mueren y no lo saben,
pasaron el tiempo trabajando
se les fue sin disfrutar las mieles,
de la vida, que nunca gozaron.
El verso del epitafio,
también era muy bonito
bien pensado en rima y prosa,
entre glitter y brillitos.
Se les advirtió y se les dijo,
sin lágrimas de cocodrilo,
mejor traigan la tambora,
que nos alegre con su sonido.
El papel picado y pan de muerto,
se ven hermosos desde la acera,
el camino central con cempasúchil,
y el viento frio, que al verso hiela.
Un recuerdo que la familia traiga,
las fotos no van con los millennials,
un celular en cada tumba,
para que no se aburran, y se
entretengan.
Que bonitas las catrinas,
del panteón y del jardín
nos recuerdan que somos polvo,
y un día, nos habremos de ir.
La última recomendación del gran
festejo,
a media noche, cuando llegue el
verso,
digamos ¡Salud! al unísono
por los que ya se fueron.
Sola Estrella de Mar
Autor: Miranda Rivero Robledo, Licenciatura en Derecho
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Last modified: 1 noviembre, 2022