El Nobel que no puede alcanzar la paz

Written by | Flechas Rayadas, Opinión

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Los galardones, los reconocimientos o las insignias; de alguna u otra forma, nos permiten enfatizar rubros específicos para enaltecer el mérito (o la apariencia de este) y esfuerzo humanos. En el caso de las famosos Premios Nobel, un grupo reducido de individuos determina quiénes, a nivel mundial, tienen lo suficiente para recibir dicha presea, dividiendo en categorías, lo que puede categorizarse del desarrollo y aportación humana. Una de las más sonadas, es la de la “paz”.

El tan controversial Nobel de la Paz, ha sido objeto de crítica, duda, faroleo, etc. Personajes y agrupaciones han recibido este a costa más de sus intenciones, que de sus acciones concretas. Probablemente, algunos argumentarán que el premio promueve la realización de políticas, iniciativas o proyectos para promover la tan deseada “paz mundial” y no necesariamente hechos reales. Probablemente sí, y es ahí en donde la legitimidad del premio se ve violada.

Barack Obama y su famoso “la guerra es necesaria para alcanzar la paz”. A todas luces, recibió este galardón cuando la política exterior de los Estados Unidos no tenía un camino bien definido. Camino que hasta la fecha, todavía tiene demasiados puntos difusos hacia el futuro, sin necesariamente promover una verdadera paz mundial desde la silla presidencial más poderosa del mundo. La Unión Europea recibió este premio a la par de vivir de los dobles discursos y de la constante búsqueda de una hegemonía regional. Malala, limitada por las condiciones sociales y culturales, así como Satyarthi, encuentra demasiados baches para llegar a un cometido por los derechos de los infantes. Este año, un plebiscito impidió a Juan Manuel de los Santos concretar su misión y esfuerzo por un pedacito de paz para Colombia.

Nos encontramos entonces con dos discursos y versiones del tema: por un lado, podemos analizarlo desde el punto de vista del mérito hacia el promotor o promotores de “paz”, reconociendo su labor individual (como el caso de Malala) y esperando que las iniciativas se alejen de los discursos y se conviertan en acciones. Por el otro, observamos un panorama con tendencias más realistas, viendo un mundo desgastado en el que sus actores no necesariamente tienen como fin común la paz. Convirtiendo en muchos casos al Nobel en un protocolo, en diplomacia, en una foto con mensaje bonito, en faroleo de los trajeados, en un pedazo de ilusión, en un mundo en el cual los malos nos están ganando muchas batallas.

El mérito existe, sobre todo para aquellos personajes que recibieron el premio con intenciones sinceras (exacto, no es comparable el valor, las condiciones e intención real del Nobel de Malala que el de un Obama que no encontró un rumbo claro). Lamentablemente, el reconocimiento, la foto y el mensaje, no siempre llega a concretarse como nos gustaría verlo.

Podemos verlo como un premio que en el protocolo y el exceso de retórica, le cuesta encontrar la paz. Una paz que no se puede festejar, pero sí se puede motivar, teniendo a la esperanza como mejor guía y a las intenciones como fundamento. Dejando un poco al lado la foto y el premio, y acercándonos a nuestra realidad. Realidad que debemos cambiar.

Ray Ricardez
raymundo.ricardezga@udlap.mx
@RayRicardez

Last modified: 18 octubre, 2016