#KINKYMODE: ON!

Written by | Ágora

Bouuudas

 Se fue diciembre: el mes más saturado de bodas de todo el año. De entrada, debo aclarar que detesto disfrazarme de pingüino. Y mejor no hablo de lo mucho que me duele el codo el invertir dinero en vestimentas, que me parecen incómodas, para uniformarme con el resto de invitados de cuello a tobillos. Ya en ese mood, sólo pude concentrarme en las cosas tan aldeanas que ofrecen estos eventos y, gracias a la compañía de mi hermano, planteamos una serie de comportamientos que nuestros estilos de vida pueblerinos repiten en cada una de las bodas:

  1. Las invitaciones se dan en la mano o se dejan en el domicilio del invitado. Imagínense cómo pinta una boda en la que le dejaron mi invitación al amigo de mi amigo y tengo que coordinarme con él para recogerla. Es más, yo les ahorro el gasto, aunque no debería, de una doble impresión de pase, tomando cualquiera de ellos que diga “personal” como “doble”. En serio, las invitaciones se hacen dobles dejando de lado suposiciones sobre el estado civil de las personas. Yo, Golden-Kid, no llego solo como moco a cualquier evento.

  2. En el cocktail antes de la recepción nunca se ofrecen tríos, marimbas o bailes regionales como bienvenida.

  3. La cena es cena. Y por poco que puedan comer los nuevos esposos –por nerviosismo o por el estado gestante de la novia— no es la hora adecuada para hacer que se paren 30 mil veces a irlos a saludar o felicitar.

  4. Hombres: el saco y la corbata nunca se quitan (a menos que sean Chuck Bass y se vean igual de bien que él con el bow-tie desarmado). Y por favor: dejen en casa cualquier hebilla con la marca del cinturón. He llegado a contar hasta 25 personas con el mismo cinturón Ferragamo.

  5. Mujeres: abrigos, chalinas, pashminas o cualquier retazo de tela que recortan de la parte sobrante de la falda, se quita inmediatamente al sentarse. No se baila con ellos.

  6. Los niños no son los más esperados después de la ceremonia religiosa donde ya cumplieron su parte de pajecitos. Por lo tanto, se deben depositar en casa donde puedan disfrutar de una rica cena, su cama y eviten el espantoso cuadro de verse dormidos en tres sillas, acomodadas a modo de cama, y tapados con el saco de los papás.

  7. Pantuflas: no tengo comentarios positivos para aquél que tuvo esa idea tan ranchera de invitar “de etiqueta” a sus invitados, para que, a la mera hora, los pongan a todos en chanclas. O peor aún, no tengo adjetivos para aquellas mujeres que las aceptan y se las ponen.

  8. Finalmente, disfruten de la música y eviten formar incómodos círculos en la pista de baile, estorbosas filas de conga, pelearse por los artículos que regalan y mucho menos llevárselos como souvenir en la cajuela de la mini-van de la esposa.

#GREATSEMESTER!

Allan Daniel

allan.hernandez@udlap.mx

Last modified: 7 febrero, 2014