¡Feliz cumple, Don Goyo!

Written by | Ágora

Amanecimos este 12 de marzo cantándole las mañanitas a Don Goyo por su 730 mil aniversario.      

¿Alguna vez has escuchado la leyenda nahua acerca del amor eterno que existe entre los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl? si no, ¡aquí te lo contamos!

Cuenta la leyenda que hace unos años, durante la guerra entre los tlaxcaltecas y los aztecas, existió un guerrero llamado Popocatépetl que, antes de zambullirse a la masacre de sangre, pidió la mano en matrimonio de su amada, la princesa Iztaccíhuatl.

El rey, confiado, condicionó que aceptaría la unión matrimonial sólo si el guerrero regresaba sano y salvo del campo de batalla. Fue así como Popocatépetl, comprometido, marchó a su temible destino.

No es de sorprender que la princesa tenía muchos pretendientes, por lo que uno de ellos, al enterarse de su posible alianza con el guerrero, puso en marcha su plan: sembrar la muerte de Popocatépetl en el pensamiento de Iztaccíhuatl. 

El mundo de la princesa se vino abajo al enterarse de la muerte de su amado. Iztaccíhuatl tenía la alternativa de vivir y de soñar, contaba con más riqueza y con más recursos de los que podría necesitar, pero aquello no le alcanzó para proteger a su amado de la guerra.

Algunas personas relatan que murió de tristeza, pero ¿cómo es morir de tristeza o de amor? ¿Es posible? Teniendo en cuenta el contexto en el que vivía y la presión social que cargaba sobre sus hombros, ¿por qué habría de elegir un mundo en el que Popocatépetl se había esfumado?

Pasaron algunos los días hasta que Popocatépetl regresó victorioso, empoderado y con las gotas de sangre de sus enemigos cayendo por la cien, ansioso por ver a su amada. Tarde, se enteró del fallecimiento de la princesa.

Inmediatamente, el guerrero corrió a corroborar lo que se decía a voces entre el pueblo. Al encontrarla, tomó su frío cuerpo y lo llevó hasta una montaña, en donde podría descansar eternamente y calentarse por los rayos del sol. Y él se quedaría a su lado, cuidándola.

Con el paso de los años, la nieve cubriría sus cuerpos y se formarían los grandes volcanes que hoy conocemos como el Popocatépetl “Don Goyo” e Iztaccíhuatl “La mujer dormida”. 

Es así como el Popocatépetl, a través de sus grandes fumarolas, indica que sigue despierto cuidando a su amada en su sueño eterno.

Es bien sabido que Don Goyo ha sido protagonista de grandes eventos y sustos por su tremor volcánico en nuestro país, pero ¿cómo lo perciben las comunidades cercanas a él?

Cada año, la comunidad de Santiago Xalitzintla realiza una ofrenda en el ombligo de Don Goyo, en el cual ha surgido un vínculo debido a la relación de reciprocidad “sobrenatural” que existe entre el volcán y las comunidades, en la que Don Goyo otorga su bendición a las cosechas de éstas. Además, avisa a través de sueños cuándo lanzará fumarolas, para evitar asustar a las congregaciones cercanas. Todo esto es a cambio de ser recordado y ayudado a cumplir su misión: proteger a su amada, Iztaccíhuatl.

De esta manera, esta historia abunda en nuestra memoria colectiva en forma de comportamientos y pensamientos simbólicamente compartidos, en donde el Popocatépetl deja de ser considerado “el objeto” o “el volcán” para adentrarse en nuestro círculo y convertirse en Don Goyo.

Yesica Vanesa Camacho Martínez
Reportera de Ágora
yesica.camachomz@udlap.mx

Last modified: 23 marzo, 2022