La sustentabilidad no va a salvar al mundo  

Written by | Opinión

La crisis climática a la que nos enfrentamos actualmente no tiene precedentes. De acuerdo a James Hansen, ex director de NASA Goddard Institute for Space Studies , la energía atrapada en la tierra por los gases de efecto invernadero equivale a explotar 500,000 bombas atómicas de Hiroshima… ¡cada día! Al escuchar datos como este es natural que nos preguntemos: ¿Será posible que a estas alturas podamos salvar al planeta? ¿Habrá alguna forma de mitigar el daño que  hemos hecho?

Es totalmente comprensible que las respuestas a estas preguntas sean mayormente pesimistas, puesto que el mundo se siente cada vez más como un universo distópico salido de la mente de Orwell o Bradbury. A pesar de esto, en los últimos años ha aumentado la cantidad de científicos y activistas que se han sumado al movimiento global a favor del medio ambiente, promoviendo principalmente el discurso de la sustentabilidad,  que se comenzó a utilizar después de que en 1987 el Informe Brundtland lo definiera como aquel desarrollo que satisface “las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias”.

Por más convincente que pueda sonar, este modelo de desarrollo no es una fórmula mágica para alcanzar un equilibrio ambiental.  Para empezar, el concepto de la sustentabilidad falla en cuestionar aquellas cosas que consideramos “necesidades”. ¿De verdad son necesarios los popotes para consumir una bebida? ¿Por qué pensamos que forzosamente debemos movernos en coche? En gran medida, estas creencias han surgido de lo que el mercado global nos ha impuesto como patrones de consumo.

Por ejemplo, en el caso de la movilidad urbana se ha comprobado numerosas veces que la manera más eficaz de disminuir la huella de carbono es invirtiendo en transporte público e infraestructura ciclista. No obstante, hay iniciativas como Project Drawdown que en su ranking de soluciones de la crisis climática sitúan a los coches híbridos y eléctricos 10 lugares más arriba que los modelos alternativos de movilidad. Claramente, existe un interés económico detrás de este planteamiento, ya que la transición hacia automóviles más sustentables permitiría que el mercado automotriz se siga expandiendo incluso en un contexto de emergencia ambiental. Así como los coches, también nos podemos encontrar con cosméticos, ropa, aparatos electrónicos, entre muchas otros productos que se han convertido en opciones “sustentables”, pero que en realidad en su proceso de manufactura se reproduce el mismo esquema de explotación ambiental.

Todas estas propuestas indican una mejoría en nuestras prácticas, pero nunca van a ser suficientes si no nos cuestionamos y reinventamos el sistema económico actual y nuestra propia visión de desarrollo. Cuando podamos ver que tenemos necesidades limitadas y dejemos de orientar nuestras acciones a un crecimiento constante, podremos comenzar a concebir una forma de vida que permita nuestra supervivencia en el planeta.  Cuando seamos conscientes de la paradoja que implica un desarrollo (crecimiento constante y lineal) sustentable (utilizando recursos finitos), quizá lleguemos no a salvar al planeta, sino a nosotros mismos.

Julieta Saavedra de la Fuente

julieta.saavedrade@udlap.mx

 

 

Last modified: 16 octubre, 2019