Plaga de Mirreyes

Written by | Lado Alterno

El país es de unos pocos que se aprovechan de mucho. No es nada nuevo y sin embargo se torna reciente. México ha sido el paraíso de las oportunidades de quien tiene oportunidades para crecer económicamente y empoderarse. Los que carecen de herramientas para superar la brecha de la pobreza, que los posiciona en la coladera de una pirámide egocentrista, no encontrarán nunca los mecanismos de mejora. La alternancia democrática no pudo con los monstruos ricachones que se fraguaban desde entonces.

El lugar en el que habitamos es el territorio más desigual del planeta. Según el estudio publicado el año pasado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que mide los índices que marcan la diferencia entre jodidos y opulentos, México es el país con la brecha más alejada entre los que ganan harto y los que mueren de hambre. “Así ha sido siempre”, dirán los acolchonados. El problema es que la diferencia económica y social crece cada vez. Los marginados se tornan mudos mientras que, los de arriba, utilizan las redes sociales para gritarle al mundo qué tan privilegiados son.

Antes del periodo vacacional apareció un video que dio de qué hablar, y con justa razón. Fue un filme que realizaron, bajo una impecable producción y de altísimo costo, jóvenes del Instituto Cumbres que están por graduarse de un sistema educativo creado por Marcial Maciel, pederasta fundador de la Legión de Cristo. Una cinta que abarca, como tema central, la preocupación de los preparatorianos por encontrar la “chica modelo” que merecerá acompañarlos a la cena de alcurnia que los convertirá en futuros universitarios. Así, la narrativa denigra al sexo femenino, que se arrastra por el “hombre galán”, y desenmascara el derroche monetario que sirve de motor en el accionar constante de estos chavos. Al final, que hayan crecido en un contexto predilecto no es culpa suya. Fueron educados en ello y de ello. De hecho, qué tino la situación de los muchachos en un Estado donde, de acuerdo con la medición Multidimensional del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en 2013 se registraron más de 53 millones de pobres. De ahí la suerte de la que hago mención… pero, ¿qué pasa con la responsabilidad?

Más que la insensibilidad y el carácter despilfarrador, habría que analizar el origen de su situación. Los niños que crecieron en un escenario alejado de libros y cultura, sí lo hicieron apegados a una constante conducta: la de los legionarios. En una entrevista realizada por Carmen Aristegui en su libro, “Marcial Maciel, historia de un criminal”, a Jason Berry, periodista estadunidense que detonó por primera vez un caso de pederastia del sacerdote que dio origen a la congregación católica, el también documentalista afirma, sin titubeos, que tal Legión es “una máquina de hacer dinero”. Dice, igualmente, que su construcción parte de una historia de poder que utiliza a la religión para formar una corporación cúpula.

Berry ejemplifica y expone el modelo legionario, que se motiva de un elemento clave para conseguir posicionarse dentro de la élite: “las escuelas son actividades de mercadeo para ellos (…) un elemento clave para recaudar fondos y atraer a padres sumamente adinerados”, puntualiza el investigador. De lo que el periodista narra, también afirma que, según L’Espresso de Italia y Los Ángeles Times, el valor total de la Legión de Cristo haciende hasta los 25 mil millones de euros.

Es de toda esta organización religiosa, que dio representatividad a la clase alta, para cobijarla y ofrecerles un mundo de abolengo católico, de donde surgen y se forman los niños Cumbres. El material audiovisual de graduación sugiere ser, entonces, una respuesta al crecimiento de lo que Ricardo Raphael expone en su libro, “El Mirreynato, la otra desigualdad”: en una explícita metáfora, que inicia con la distribución disímil de clases dentro un edificio de departamentos, el portero del inmueble tendrá nulas oportunidades de poder habitar algún día el penthouse, mientras que quien vive ahí, en el piso más lujoso, nunca descenderá social y económicamente para ser el conserje de la alegórica comunidad. Los chicos Cumbres, por supuesto, residen en lo alto.

En este sistema de exclusión a la marginalidad y de ventanales que permiten crear espacios para que los de la high se expresen, aparece tal video excesivo. No es mera culpa de los niñatos absurdos que estarán, seguramente, contentos con la popularidad que han ganado con su magna producción. Es todo un sistema que cohabita en la era contemporánea de la sociedad mexicana mezquina. Es una etapa coyuntural en el desarrollo de un país tiránico, que se ha acostumbrado a la espectacularidad de la clase media que por caché anhela subir más peldaños. De la clase media alta que lucha por estar al nivel del último escalón, inconforme y deseosa.

Como el producto del Cumbres están los casos de ostentación en el reportaje de la Casa Blanca de Angélica Rivera, valuada en más de 80 millones de pesos, la valiosa vestimenta de Sofía Castro, hijastra del actual presidente, los relojes millonarios que portan las muñecas del subsecretario de desarrollo social, Ernesto Javier Nemer, presuntamente a cargo de combatir la brecha injusta que sus joyas evidencian. Están, así, acciones tan cercanas y burdas como la aparición, semestres atrás, de cajones de estacionamiento VIP en la UDLAP, proyecto que se canceló después de un único periodo. Somos todos, en pequeña o gran medida, dadores de desigualdad. La responsabilidad de acortar las diferencias en un país expresamente mirreynista, de caciques modernos, nos debe hacer entender que videos como los de la generación de muchachos legionarios, aún habiendo costeado la producción con dinero limpio y privado, sólo separan más los índices de diferencias socioeconómicas.

Willy Budib

guillermo.budibhe@udlap.mx

Last modified: 14 abril, 2015