Teatro en Pantalla

Written by | Opinión

En un artículo publicado por la revista electrónica Aquelarre, se dio a conocer que Netflix quiere ampliar su contenido en la categoría “Live”. Esta ofrece la transmisión de conciertos y stand up’s de varios artistas de todo el mundo. Sin embargo, ahora la plataforma quiere ofrecer obras teatrales.

Hace un par de semanas, cuando compartí la noticia en Facebook, veinte contactos reaccionaron a ella de diversas maneras. Hubo comentarios de aprobación y de entusiasmo, pero también de rechazo. Debo decir que es la noticia que más polémica ha generado entre mi grupo de amigos –y eso es sorprendente–. ¿Qué fue lo que generó tanto interés en ellos con este acontecimiento? Quizá debemos remontarnos a una de las características más importantes del teatro: el presente.

Recuerdo que en preparatoria tuve un profesor de teatro que nos dijo que se sentía agradecido por trabajar y vivir del único arte que todavía no podía ser comercializado. Él pensaba que el teatro en ningún momento podría ser reproducido ni “pirateado”,  puesto que su cualidad primigenia es la del presente. “No se puede grabar la experiencia estética y humana que un espectador o un creador teatral tiene en el momento en que se genera el espectáculo. Es único, irrepetible”.

En aquel tiempo tenía cierta noción del gremio teatral, y estaba de acuerdo con mi profesor. Para mí, hasta ese momento el teatro era una experiencia que atañía a la asistencia de la obra teatral en un espacio de representación (llámense teatros, foros, galerías, cafés, museos).

Años después, descubrí que el concepto de transmitir teatro en televisión o cine ya se hace en las grandes metrópolis del mundo. Desde entonces no rechazo el rubro del video-teatro como una oportunidad para descubrir la labor teatral que se realiza en otros países en busca de conocimiento, inspiración y cuestionamiento.

Esta reflexión está encaminada a abrir una nueva forma de experimentar el teatro. Si bien es cierto que es un arte para presenciar, también hay que ser flexibles en cuanto a los medios tecnológicos que tenemos ahora a nuestro alcance. ¿No es acaso innovador pensar que, en vez de perder, el teatro gana? Gana público, gana perpetuidad.

Ahora bien, no se debe confundir o intentar mezclar dos lenguajes diferentes aunque estos sean primos, como el teatro y el cine. Quienes intentan hacer esto, por lo general fracasan. El teatro puede y debe llegar a formatos como la pantalla de la computadora, la televisión o el cine, siempre y cuando quien lo mire sea consciente de la experiencia de un teatro a medias, en el que se desdibujan detalles y reacciones de los actores que solo en físico podrían ser apreciadas. Intentar hacer un híbrido entre ambos es quizá lo negativo de esta propuesta.

Como sociedad vivimos en una época de cambio constante. El arte está sujeto a los cambios sociales, políticos y económicos del ser humano, y Netflix ahora es el monstruo del entretenimiento. ¿Por qué no disfrutar de obras de otros países en la comodidad de mi cama? Abrir esa posibilidad no demerita la calidad del teatro en vivo. De hecho, como ejercicio nos permitiría comparar la experiencia completa de asistir a una obra con solo experimentar lo bidimensional de aquellas que sean grabadas y transmitidas por streaming.

 

Guly Miller

judith.roldanco@udlap.mx

Last modified: 27 febrero, 2019