Libro de sueños

Written by | Literatura, ahora, Opinión

El sueño es una de las acciones que más han inspirado al hombre. Uno puede recordar el afamado discurso I have a dream, o algún pasaje bíblico donde se advierte o profetiza algo que va a pasar, y, por qué no, recordar las interpretaciones psicológicas de este estado de inconsciencia. Soñar, ¿qué es soñar? A diferencia de muchos otros idiomas, el español sufre una ambigüedad con este término. Prefiero no explicarlo yo, sino dejar que Antonio Alatorre ilustre esta idea: “[la] incómoda homonimia entre sueño ‘el dormir’ y sueño ‘el soñar’”; donde una frase como “¡Oh dulce sueño!”, puede entrar con ambos significados.

Nunca he sabido si creer en el destino, en un plan ya hecho; claramente he tenido “eventos” donde esto pareciera ser cierto, pero mi escepticismo y razón no me dejan creer en esa idea. En la Edad Media existía un debate: si existían los horóscopos y uno podía leer el futuro de las personas de acuerdo a su signo del zodiaco, ¿por qué Dios nos condenaba si ya estaba planteado nuestro destino? Solo había una solución a este debate: el libre albedrío, o la posibilidad de toma de decisión, de modificar un poco nuestro destino y decidir si caer en vicios o no, si pecar o no, si hacer esto o no. Pensando en esto, los sueños han sido considerados como ‘ventanas’ del futuro y esto, al menos desde mi punto de vista, es una tontería.

De entre todos mis libros -de mi verdaderamente humilde biblioteca tanto física como mental- tengo una recopilación que Jorge Luis Borges realizó: Libro de sueños. En esta pequeña obra, lo que Borges intenta es mostrar todas las formas en las que el sueño se ha manifestado en la literatura. Justamente inicia por la Epopeya de Gilgameš, Rey de Uruk[1], pasajes bíblicos, incluso la Odisea; y así, hasta llegar al siglo XX.

No planeo hacer una reseña –aunque, aún así, recomendaría este libro a toda persona, en especial a los que les interesa ver el desarrollo histórico y literario de este ‘aparato’ del subconsciente- a lo que planeo llegar es solo plantear la duda de qué son esas imágenes, o pequeñas películas. O, si se quiere, de aquellos ‘sueños’ que algún día vamos a lograr, pero nunca estamos seguros. No sé qué tan optimista soy, pero creo que personas como Richard Feynman han probado que la inteligencia no es lo importante, sino la dedicación. El talento no lo es todo, y todos podemos llegar a ser maestros de lo que queremos.

Tampoco quiero convertir de esta columna un texto de auto-ayuda. Por desgracia, el sueño es algo que todavía no entendemos, y probablemente tardemos todavía varias décadas en entenderlo del todo. Lo que sí creo es que los sueños nos muestran nuestros deseos, nos preparan para ciertas situaciones (por eso la mayoría de sueños no son positivos), y, por desgracia, hacen que añoremos cosas que probablemente -o al menos aparentemente- son imposibles. Así como el pasado siempre presente y lo deseamos de nuevo. Podría citar tantos fragmentos de esta obra de Borges, pero acabaré con dos textos:

«Muchos autores que han escrito sobre sueños los consideran solo revelaciones de lo ocurrido en distantes reflexiones del mundo o presagios de lo que ocurrirá.»

«Considerémoslo desde otro punto de vista. Los sueños nos dan cierta idea de las excelencias del alma humana y noción de su independencia.»

The Spectator, de Joseph Addison

Ahora, quiero hacer una pregunta filosófica -que no puedo responder, y que sería difícil que alguien pueda probar o asegurar- así como Descartes, y luego Locke afirmaría esta duda, ¿será posible que vivamos en un sueño, o una simulación de la realidad (ya siendo incluso virtual)?

La pesadilla

Sueño con un antiguo rey. De hierro

es la corona y muerta la mirada.

Ya no hay caras así. La firme espada

lo acatará, leal como su perro.

 

No sé si es de Nortumbria o de Noruega.

Sé que es del norte. La cerrada y roja

barba le cubre el pecho. No me arroja

una mirada su mirada ciega.

 

¿De qué apagado espejo, de qué nave

de los mares que fueron su aventura,

habrá surgido el hombre gris y grave

 

que me impone su antaño y su amargura?

Sé que me sueña y que me juzga, erguido

el día entra en la noche. No se ha ido.

-Jorge Luis Borges

[1] Nombre de la edición de Trotta

 

Rodrigo Lichte Ventosa
rodrigo.lichtleva@udlap.mx

Last modified: 21 marzo, 2017