Festejo y adoctrinamiento de la muerte

Written by | Flechas Rayadas, Opinión

Los colores que recubren a México durante estas fechas tienen su hermosa peculiaridad. La misticidad cálida que tiene la flor de cempazúchitl, para decorar los rincones de los hogares que darán la bienvenida a quienes nos visitan del más allá, cumple con lo tradicionalmente establecido. La gastronomía pone en mesas y altares pan de muerto, chocolate, tamales, etc. Las catrinas y disfraces típicos avivan la relación entre lo mortal y lo eterno. Las leyendas suenan en las calles para asustar a unos cuantos. Vivos y muertos conviven en una hermosa velada con duración de dos días. Los mexicanos, una vez más, festejan a la muerte y le sonríen como solo ellos saben.

Sin embargo, sin percatarnos del todo, la muerte tiene una connotación diferente durante el resto del año. Nuestra realidad nos ha forzado a asimilarla prácticamente en nuestro día a día. El acercamiento a la muerte que tenemos está muy relacionado al sufrimiento de muchos que, hoy en día, penan a raíz de la injusticia en la que estamos inmersos. Miles de mexicanos velan a difuntos que han partido por voluntad imperativa de la violencia que está ahogando a este país.

La muerte se ha convertido en una constante dentro de la realidad mexicana. Observamos noticias, abrimos periódicos, escuchamos a la gente y ¿qué encontramos? víctimas y víctimas de la inseguridad que nos han heredado por generaciones, pero que también va mutando conforme a la época.

En México, nos hemos enviciado de esto. Consumir y consumir violencia, y adaptarse a ella. Es decir, adoctrinarse a la dinámica que hemos creado como sociedad.

A veces nos indignamos y exigimos justicia; otras, ya ni queremos escuchar lo que pasó. En su última faceta, uno se acostumbra y continúa su camino.

Es increíble la manera en la que el mexicano digiere a la muerte cual platillo lleno de picante que un extranjero difícilmente aguantaría: lo disfruta, pero también se acostumbra a tolerarlo. El contraste entre el festejo y la costumbre hacia ella nos convierte en un fenómeno digno de analizar o, al menos, apreciar.

Existen almas dolidas y perdidas en la incertidumbre. Sí, vienen a visitar a sus familiares (aquellos a quienes les arrebataron lo más preciado), caminan por la senda de cempazúchitl, comen pan y reavivan el recuerdo entre canciones e historias. Sin embargo, se nos olvida que algunas también regresan con la esperanza de encontrar justicia. Algo que muchas ofrendas no tienen para ofrecer.

Por otro lado, a pesar de que en México esta dicotomía entre el festejo y el sufrimiento es casi exclusiva, no quiere decir que la violencia por sí misma lo sea. En general, este mundo está pagando la factura con vidas humanas, gracias a la violencia sistemática a la que nos hemos acostumbrado. La gran diferencia es que, aunque sea aquí, a aquellos a quienes la injusticia les ha arrebatado la vida, se les hace una ofrenda y se le espera año a año con pan, chocolate y recuerdos.

Ray Ricardez

raymundo.ricardezga@udlap.mx
@RayRicardez

Last modified: 7 noviembre, 2017