El virus encubierto

Written by | Lado Alterno

¿Me encuentro encerrada en un cuarto? o ¿En mis propios miedos y pesadumbres? El encierro me trae a la mente todo lo recolectado en mi piel, trata de fugarse a través de la resequedad. Hablándome del mapa agrietado en cual se convirtió. Es una pausa, para poder acomodar mis ideas y crear un nuevo comienzo. Un par de días anteriores, prometí ser una nueva imagen. Una mejor versión de mí, liberando el pasado. El peor enemigo, más que las arañas que caminan en la misma dirección que yo. Pienso en todo lo que he vivido y lo que me ha traído hasta acá. En ocasiones no identificó la magnitud de la palabra “vida”. Su gran poder. Vivo solo para vivir.

Cuando eso es el pensamiento más absurdo que puede llegar a la mente. Prometí amar, respetar, honrar, cada espacio de mí. Sobre todo, la palabra. Lo más valioso que tengo y puedo llegar a tener. Dejar de guiarme por ese instructivo que creemos que debemos cumplir, reglas “falsas”. Siempre son desbancadas. Pienso en esas grandes células alocadas formando mi esqueleto, la única razón por la que respiro en este texto. Soy una célula incompleta, frágil a la vez. Con miles de moléculas inquietas y con tejidos blandos.

Hoy soy un humano navegando por carriles paralelos, soñando recorrer todas las calles del mundo. Llegó el momento de aceptar todo lo que soy, lo que vive dentro. Dejar de solo mostrar una cara bonita, un día se fugará. Un rostro puede ser destrozado y una cabellera puede caerse. Lo único que nunca huye, es lo que viene integrado en el ADN. Hay noches que lloro del inmenso miedo de avanzar, de un día despertarme y no saber quién soy. De ahogarme en las noches tragando mis amarguras y de no visualizar el destino. De perderme en mí, en lo ajeno, en lo prohibido, y en lo incrédulo.

Durante muchos años fui sometida al dolor. Sin fijarme en el dolor espiritual y emocional. Cortándome a cada momento esa sensación. Venas escondidas, intentando fugarse del ácido destructor. Manos frías tocándolas, besos falsos. Miradas de mentiras, incertidumbre y luto. Un cuerpo herido temblaba de añoranza, de un día ser “normal”.

Hoy dejo el pretérito… Solo es una nota escrita en los huesos. No soy presa de él. Decido el camino, sin que él decida por mí. La fe y la suerte giran hacia el vacío. El sueño de ser normal se desvaneció, soy normal. La normalidad es una fábula construida por los humanos. Nadie decide por uno, ni la fe ni la suerte. Soy mi propia suerte, mi propia fe. Ya llegó el momento de salir de ese caparazón, resguardada por años. Soy una especie suelta en una fauna, compartiendo los espacios con otras especies. No pertenezco al tiempo, a la magia, a la luz. En realidad, yo soy todo eso. Solo toca identificar el momento de renacer en un hábitat incógnito.

–Eureka Cangas

Kristen María Cuevas Verdin
Reportera
kristen.cuevasvn@udlap.mx

Last modified: 24 marzo, 2022