El Sonido al Borde de la Eternidad

Written by | Lado Alterno

En memoria de Felipa de la Rosa Chapa

Estoy sentada en mi sala. Me acompaña un café y un jazz tranquilo. Entre el cuchicheo de mi familia, la estática del fonógrafo es un poco notable, pero es porque mi disco ya está viejo. Estos sonidos de calma me acompañan esta tarde. Pasa el rato, ¿y ya tan pronto volví a escuchar mi canción favorita? Vaya, no recuerdo que el disco fuera tan corto y que estuviera tan dañado, pues la estática está más presente. Mientras pienso en varios de mis recuerdos… estoy sentada en mi sala. Me acompaña un café y un jazz tranquilo. ¿Por qué la estática es cada vez más fuerte? Apenas y puedo discernir mi canción favorita, pero hay algo más: poco a poco olvido cómo se escucha. Qué angustia, o quizá solo estoy cansada. Sí, es eso, solo estoy cansada, ¡cómo olvidar mi canción favorita!, a pesar de que suena ligeramente diferente.

Estoy sentada en mi sala. Me acompaña un café y un jazz tranquilo. La estática del fonógrafo está un poco fuerte, pero es porque mi disco ya está viejo. ¿Podrían dejar de bisbisear, por favor? Esperen… ¡esa es mi canción! Un recuerdo familiar luego de estar confundida por mucho tiempo. Esperen… ¡esa es mi canción! ¿Sí es así como sonaba, no? Esperen… ¡esa es mi canción! No, esperen, ya se fue, de nuevo.

Estoy sentada. Tengo un algo con una bebida caliente a mi lado, ¿y eso parece ser música lo que escucho? No es mi canción, tal parece. La angustia me gana poco a poco. En este lugar, que supongo que es mi casa, hay unas personas un poco agradables; dicen ser mi familia, ¡pero no me dejan escuchar mi canción! Tomo el aparatejo con bebida que está a mi lado, ¡y guácala, qué bebida tan amarga! ¿Era así como sabía el café?

Estoy… ¿sentada? No sé bien qué hay a mi alrededor. Alguien parece llamarme, ¿pero quién es que nunca le he visto? Dice ser mi familiar; ¿tengo familia? Me acuerdo solo de Marina, Toñito, Manuel, Lulú y Adrián. ¿Tengo más familia? Parece que hay algo que suena a la distancia, pero ya no estoy segura qué es. Lo escuché alguna vez en algún lado, ¿pero por qué no me suena? Mi mente está en blanco, mientras siento que recuerdo un ritmo familiar. ¡Lo es, es mi canción! Creo que era así como sonaba. ¿Qué es esto que se me escapa y me angustia? ¡Por favor alguien dígame qué pasa!

Estoy… ¿en dónde estoy? Estoy rodeada por gente desconocida, y eso me llena de angustia. ¿Qué son esos ruidos en mi cabeza? A mí me gustaban las pasas y el baile de salón. Mi canción favorita es un baile de salón. ¡Marina, ven! ¿Dónde está El Chavo del 8? Había un aparato frente a mí donde salía. ¡Dile a Adrián que venga a ver a “el Chavo”! A veces ya no sé qué se cruza por mi mente, excepto un sonido familiar. A mí me gustaban las pasas. Ya ni sé qué pasa a mi alrededor: la calma me angustia, pero la angustia me calma. ¿Es mi canción lo que recuerdo? Sí lo es, pero lo demás… todo es tan confuso y lúcido. Creo que en algún momento olvidé quién soy.

Pero era yo, después de todo. Estoy sentada, en mi cama, y mi familia me rodea. Cuánto tiempo sin verlos, pero ellos me alegan que siempre estuvieron ahí. A quien sí no veo es a Adrián. “No nos has olvidado”, escucho que me dicen, entre lágrimas y voces quebradas. Al fin lo reconozco: un último réquiem suena en mi cuarto. Me cuesta discernirlo porque mi cabeza está muy cansada y ya todo me duele. Sé que es hora. Dirijo una última mirada mientras el réquiem se desvanece en el aire –no sé cómo es que me gustaba tanto esa cancioncita, después de tanto. ¿De verdad es hora, luego de la tormenta? Sí.

***

No puedo imaginarme completamente cómo fueron los últimos años de mi bisabuela. Bueno, eso creí hasta que topé con un proyecto de Leyland Kirby: Everywhere at the End of Time. Este proyecto conformado por seis álbumes musicales tiene un tema central difícil de sobrellevar: la demencia. Quise empezar esta reseña con una dramatización, porque esos fueron los sentimientos que este proyecto me evocó mientras lo escuchaba, a la vez que me acordaba de mi bisabuela, quien pudo haber sufrido demencia en sus últimos años de vida.

En sus seis horas y media de duración, Leyland Kirby, a través del alias “The Caretaker” toma partes de música pop de los años treinta y crea una mezcla nueva a partir de ella. Con efectos como estática y distorsiones, The Caretaker busca crear una aproximación a cómo la memoria gradualmente falla y deviene en olvido total. Como se mencionó anteriormente, Everywhere at the End of Time está dividido en seis álbumes, los cuales llama “etapas”, para crear un paralelismo a cómo la demencia es una enfermedad degenerativa gradual.

En las primeras tres etapas la música es discernible, pero gracias a las distorsiones en la mezcla que añade The Caretaker, se puede notar cómo la mente empieza a decaer. No solo es a través de aspectos obvios como la distorsión que The Caretaker evoca las fallas en la mente: él recurre a cortar canciones de tajo para empezar otra con un motif diferente o repetir motifs con diferencias sutiles. Asimismo, The Caretaker recurrió a usar un leitmotif a lo largo del proyecto, basado en un remix de la canción “Heartaches” (o “Angustias”, por la adaptación de su título) de Al Bowlly, el cual perdura durante las siguientes tres etapas del proyecto.

Las últimas tres etapas del proyecto de The Caretaker son las más largas, pero las más difíciles de digerir. Si bien durante las primeras tres etapas la música era inteligible, en estas tres etapas las mezclas se vuelven cacofonía. Parece que hay música en el fondo, pero esta es opacada por ruido blanco y distorsiones más disonantes que en las etapas 1-3. Parece haber momentos de lucidez, pero conforme se acerca a la etapa 6, son menos y más breves, para dar paso a una demencia total en la etapa 6. Incluso el leitmotif que mencioné parece quedar destrozado en el caos auditivo. El significado va más allá de un tropo, pues en la realidad el recuerdo más presente para una persona con demencia es su canción favorita, al ser un recuerdo grabado profundamente.

En la etapa 6 parece solo haber ruido blanco, con intentos de reproducir una canción, pero en los últimos minutos de la última canción llega: un momento que alude a la lucidez terminal. Con un réquiem distorsionado, y simbolizando cómo las personas con enfermedades mentales degenerativas tienen esa lucidez poco antes de morir, Leyland Kirby le da cierre a su alias “The Caretaker” y al proyecto Everywhere at the End of Time, incluso dándoles un último minuto de silencio, que completa los 390 minutos de duración del proyecto.

Everywhere at the End of Time es una experiencia dura. No va a ser fácil escucharla, tanto por su duración como por la temática. A pesar de ello, es una experiencia que, de cierta forma, busca generar empatía por la situación de la demencia, pues busca sumergir al escucha en una aproximación de esta enfermedad degenerativa. Pese a la intimidante duración, los seis álbumes que conforman este proyecto proveen un acercamiento “menos difícil” al mismo. Recomiendo encarecidamente darle una escuchada; traten de escuchar poco a poco el proyecto la primera vez que se acerquen a él, pues el peso podrá abatirlos. Everywhere at the End of Time podrá ser abrumador, pero también te dará una nueva perspectiva, y tal vez te ayudará a darle nuevo valor a tus conocidos y a tus recuerdos, principalmente.

Ann Cervantes Trejo
Editora en Jefe
antonio.cervantesto@udlap.mx

Agradecimientos especiales para la consulta sobre la experiencia de demencia:
Linny Dazel Hernández
Anna Gabriella Cavagliano

La imagen destacada es la carátula del disco 4 de Everywhere at the End of Time, pintada por Ivan Seal

Last modified: 18 noviembre, 2020