El profeta

Written by | Ágora, Libro de la semana

“Amaos, pero no hagáis del amor una cadena: antes bien sea un bullente mar entre las playas de vuestras almas. Llenaos uno a la otra la copa de vino, mas no bebáis del mismo vaso. Compartid el pan, pero no comáis de la misma hogaza.”

¿Puede, acaso, aprenderse la vida? ¿Existe alguien que sea otorgado con el don más magnificente de todos; el de enseñar a vivir? Algunos se convencen del verbo de quienes aseguran ser nuestros primeros y más férreos e insistentes amantes: nuestros padres. Apenas reflexionamos esto y ya apreciamos el devenir en escepticismo… ¿Quién les enseñó a ellos? En segundo puesto, después de los padres, traemos a colación aquellos personajes, antiguos como la memoria del polvo sobre sí mismo: Jesucristo, Mahoma, Buda. Cambian mucho las risas, la forma de mirar, el dedo chiquito del pie… pero naturaleza humana en demasiada mesura es irremediable. Y esto es lo que fundadores de religiones buscan modificar en nombre del Padre, Hijo, Espíritu Santo, Alá y el amor. Valiosa intención, claro, pero equívocamente ejecutada. Tal vez hace mil, dos mil o tres mil años las religiones fueran útiles, porque comprendían su contexto real. Y hacia el 2016, el contexto ha cambiado; y ya nada empata con nada. Pasadas enseñanzas se perciben como ancianamente arcanas, por ende, inútiles mayoritariamente. Debiéramos repensar nuestro modo de vida desde lo que pareciera obvio, evidente, tan básico como para prestarle atención. ¿Reinventarnos, crear nuevos Jesucristos y Budas? No sé.

Gibran Jalil Gibran no es un nuevo maestro, pero la filosofía y la poesía pueden serlo por sí mismas. “El Profeta” es un texto sin rima, pero bello; en prosa, sin ser discurso y brillantemente constructivo y revelador sin ánimo de forzar al lector a creer en él. Sin embargo, resulta complicado resistirse a palabras que están colocadas a lo largo del papel justo en su punto, conjugadas con tal precisión, haciendo al escrito un ejemplo de literatura maravillosamente estética, rompiendo con el canon de una poesía revestida con formalismos que a muchos les resulta antinaturales. La vida, en distintos ámbitos de la cotidianidad trata de ser explicada para que ésta sea explotada por los hombres en busca de una vida armoniosa y pacífica, pero más allá de ser un manual para vivir, es un esfuerzo por hacernos reflexionar y enternecernos con la expresión tan segura de sí que persuade a seguir los mandamientos que un libanés aconseja para la existencia de los humanos.

Marco Árcega Corona

marco.arcegaca@udlap.mx

Last modified: 15 febrero, 2016